LA BIBLIA - INTRODUCCIÓN

La Biblia no ha caído del cielo. Aquí están libros que no se proclamaron desde las nubes, con algún parlante celestial, sino que se reunieron pacientemente a lo largo de siglos en el seno del Pueblo de Dios, gracias a la fe de sus minorías más conscientes.

Durante unos 18 siglos, desde Abraham hasta Jesús, el pueblo de Israel descubrió, cada vez con mayor lucidez, que el Dios Único se había ligado a él. Las experiencias de la comunidad nacional, los llamados de esos hombres, llamados profetas, que hablaban de parte de Dios, las inquietudes que se desarrollaban entre los creyentes: todo esto pasó de una que otra manera a esos libros. Y fueron los responsables religiosos de Israel los que recibieron, escogieron y acreditaron estos libros, integrándolos al Libro Sagrado.

Así se formó el Antiguo Testamento de la Biblia.Testamento se refiere a que estos libros era como la herencia más preciosa entregada por Dios a su pueblo escogido.

Después de tantas experiencias, llegó para el pueblo de Israel un tiempo de crisis en que Dios quiso llevarlos de una vez a la madurez de la fe. Para eso vino Jesús. Con él se llevó a cabo la experiencia más trascendental de toda la historia. Jesús, sus esfuerzos para salvar al pueblo judío de una destrucción inminente, su rechazo, su muerte y, luego, su Resurrección: ésta fue la última palabra de Dios.

La trayectoria de Jesús originó la predicación de la Iglesia y los libros que en ella se escribieron. Aquellos libros que fueron aprobados por los responsables de la Iglesia pasaron a integrar el Nuevo Testamento.

El Nuevo Testamento comprende:

LOS CUATRO EVANGELIOS. La palabra Evangelio significa la Buena Nueva. Esos son los libros en que los apóstoles de Jesús escribieron lo que habían visto y aprendido de él.

Luego viene el libro de los HECHOS DE LOS APÓSTOLES, escrito por Lucas, el mismo que escribió el Tercer Evangelio.

Luego vienen más de veinte CARTAS que los apóstoles dirigieron a las primeras comunidades cristianas.

El Antiguo Testamento comprende:

Los LIBROS HISTÓRICOS. Aquí vemos la actuación de Dios para liberar a un pueblo que quier hacer que sea su pueblo. Lo vemos educar a ese pueblo y dar un sentido a su historia nacional. En estos libros se destacan:

El Génesis. El Exodo. El Deuteronomio. Los libros de Samuel.

LOS LIBROS PROFETICOS. Dios interviene en la historia por medio de sus profetas, encargados de transmitir su palabra.

LOS LIBROS DE SABIDURÍA destacan la importancia de la educación y del esfuerzo del individuo para llegar a ser un hombre responsable y un creyente.

Ediciones Paulinas - Verbo Divino

viernes, 29 de abril de 2011

JEREMÍAS


LOS QUE HACEN LA HISTORIA

Reyes y generales se agitan en el escenario político, sacerdotes y charlatanes proporcionan al pueblo la verdad que quiere oír, guerras y hambre tienen postrados a los hombres, ¿quién lleva adelante la misión de Israel, instrumento de Dios en el mundo?
Dios entonces se busca un encargado, no para Israel, sino para las naciones, y le confía la misión no de hablar, sino de arrancar y destruir, edificar y plantar. En una palabra, le encarga la misión de acelerar la historia. Este hombre será Jeremías, un muchacho de Anatot, descendiente de una familia de sacerdotes.
Lo importante no es que Jeremías haya pronunciado los discursos que contiene su libro, sino que haya sido el cooperador de Dios en sus decisiones soberanas con las cuales dirige la historia.
Pues si bien la historia la preparan los trabajadores, los militantes, los pensadores y los responsables de toda clase, Dios es quienjunta las fuerzas y dispone los acontecimientos de tal suerte que uno fracasa mientras que el otro obtiene éxito. Dios obra en la historia mediante las obras, las palabras, los escritos y los rezos de muchísima gente. Pero también impulsa fuerzas más profundas que sacuden la inercia de los corazones y hacen más fuerte entre los hombres el afán de justicia. En estos campos que Dios se ha reservado, solamente le cooperan los hombres de fe, especialmente esos pocos “grandes” que se entregaron totalmente a él.
Jeremías fue uno de ellos. Se le concedió pronunciar junto a Dios las condenaciones que se harían realidad, y con la misma eficacia, llamar los tiempos de la Nueva Alianza, o sea, apresurar la venida de Cristo. En varios lugares de la Biblia se nos da a entender (Gén.18,16), Jacob (Gén 33,25), Moisés (Ex 32,14), los mártires (Apoc 20,4). Jeremías, el muchacho calladito y pacífico de Anatot, pasó a ser uno de ellos porque se vació de su propia voluntad hasta tal punto que Dios le comunicara su amor celoso por Israel, y su propia indignación frente al pecado.
No sin razón los judíos creyeron en tiempos posteriores, que Jeremías, después de muerto, estaba delante de Dios, intercediendo por ellos (2 Mc 2,1 y 14,14) Y cuando los profetas posteriores a él hablaron de un Salvador sufrido, lo hicieron recordando las pruebas de Jeremías.

DATOS HISTÓRICOS

Entre las últimas profecías de Isaías (690) y la vocación (626) median sesenta años, de los cuales casi cincuenta corresponden al reinado de Manasés. Este hizo cuanto pudo por destruir la fe de los judíos(ver 2 Reyes 21). Después, en el año 640, un niñó, Josías, sube al trono y muy lentamente se reaniman las brasas de la fe.
Este es el momento en que el descubrimiento del libro de la Ley ocasiona una renovación religiosa, la Reforma de Josías (2 Reyes 22). Pero ya algunos años antes, Dios había llamado a Jeremías, como en el año 626 antes de Cristo.
Luego, los acontecimientos que siguieron y que presenció Jeremías se volvieron trágicos. Están contados a partir de 2 Reyes 23,25 y es´tan reproducidos en parte en Jeremías 39.

ORDENACIÓN DEL LIBRO DE JEREMÍAS

Las palabras de Jeremías no están ordenadas según las fechas en que fueron pronuciadas. Hay cuatro partes:
- Profecías contra Judá y Jerusalén, cap. 1-25
- Profecías contra las naciones anunciadas al final del capítulo 25, forman los capítulos 46-51
- Anuncios de felicidad, cap. 29-35
- Los sufrimientos de Jeremías, cap. 36-45

1

1 1 Estas son las palabras de Jeremías, hijo de Helcías, de una familia de sacerdotes que vivían en Anatot, en la tierra de Benjamín. 2 A quien habló Yavé, en tiempos de Josías, hijo de Amón y rey de Judá, en el año trece de su reinado. 3 Y después en tiempos de Joaquim, hijo de Josías y rey de Judá, hasta cumplirse el año undécimo de Sedecías, hio de Josías y rey de Judá, o sea, hasta el destierro del pueblo de Jerusalén, que aconteció en el mismo mes.

Jeremías es llamado por Dios

4 Entonces Yavé me dirigió su palabra:
5 “Antes de formarte en el seno de tu madre, ya te conocía; antes de que tú nacieras, yo te consagré, y te destiné a ser profeta de las naciones.” 6 Yo exclamé: “¡Ay! Señor, Yavé, ¡cómo podría hablar yo, que soy un muchacho!”
7 Y me contestó Yavé: “No me digas que eres un muchacho. Irás a dondequiera que te envíe, y proclamarás todo lo que yo te mande. 8 No les tengas miedo, porque estaré contigo para protegerte –palabra de Yavé.”
9 Entonces Yavé extendió su mano y me tocó la boca, diciéndome: “En este momento pongo mis palabras en tu boca. 10 En este día te encargo los pueblos y las naciones:
Arrancarás y derribarás,
perderás y destruirás,
edificarás y plantarás.”
11 Entonces Yavé me dijo: “¿Reconoces esta visión?” 12 Yo dije: “La rama es del árbol que llaman alerta.” Yavé respondió: “No te equivocas, Pues yo estoy así aler4ta a mi palabra, para cumplirla.”
13 Yavé me habló nuevamente: “¿Qué estás viendo?” Y contesté: “Veo una olla puesta en un fogón; el viento del norte atiza el fuego.”
14 Yavé me dijo: “Del norte atizan el desastre, y alcanzará a todos los habitantes de este país. 15 Llamo en seguida a todos los reinos del norte –palabra de Yavé-. Aquí vienen y cada uno de ellos establece su campamento frente a una de las entradas de Jerusalén, frente a sus murallas y frente a las ciudades de Judá.
16 Voy a hacer justicia con este pueblo, y castigaré su maldad, porque me han dejado a mí para quemar incienso a dioses extranjeros, y porque se han puesto a servir a dioses que ellos mismos se fabricaron.
17 Tú, ahora, renueva tu valor y ve a decirles todo lo que yo te mande. No temas enfrentarlos, porque yo también podría asustarte delante de ellos. 18 Este día, hago de ti una fortaleza, un pilar hierro y una muralla de bronce frente a la nación entera: frente a los reyes de Judá y a sus ministros, frente a los sacerdotes y el pueblo.
19 Ellos te declararán la guerra, pero no podrán vencerte, pues yo estoy contigo para ampararte –palabra de Yavé.”

2

Las infidelidades de Israel

2 1 Entonces Yavé me dirigió la palabra: “Anda y grita a los oídos de Jerusalén: 2 Así dice Yavé:
“Aún me acuerdo de la pasión de tu juventud,
de tu cariño como de novia,
cuando me seguías por el desierto,
por la tierra sin cultivar.”

3 Israel era la cosa sagrada de Yavé,
la parte mejor de su cosecha.
Cualquiera que comiera de sus frutos tenía que pagar
y pronto le venía la desgracia,
-palabra de Yavé.

4 Gente de Israel, con todas sus familias,
escuchen lo que dice Yavé:
5 ¿Acaso sus padres me hallaron desleal,
que se han alejado de mí?
Pues se fueron a cosas despreciables
y, con esto, se hicieron despreciables.

6 Ya no preguntan: ¿Dónde está Yavé,
que nos hizo salir de Egipto
y nos llevó a través del desierto,
tierra de estepas y barrancas,
tierra árida y tenebrosa,
tierra sin habitantes y por donde no transita nadie?

7 Yo soy quien los condujo al jardín de la tierra
para que gozaran sus bienes y comieran los mejores frutos.
Pero apenas llegaron a mi país, lo profanaron,
y mancharon mi herencia.

8 Los sacerdotes ya no se preguntan: ¿Dónde está Yavé?
¡Los dueños de mi enseñanza no me conocen!
Los pastores de mi pueblo se rebelaron contra mí,
y los profetas consultaron a dioses inútiles,
dando respuestas en nombre de Baal.

9 Por eso, les he metido pleito a esa gente,
-palabra de Yavé-,
y aún lo seguiré con los hijos de sus hijos.

10 Vayan pues a las islas y miren,
manden al país de Quedar y pregunten
para saber dónde pasó algo igual que aquí.
11 ¿Qué nación cambió sus dioses?
-aunque en verdad no son dioses-
y mi pueblo cambia su Dios glorioso por algo que no sirve.

12 Que los cielos se asombren
y tiemblen espantados por eso,
-palabra de Yavé-:
13 Doble falta ha cometido mi pueblo:
Me ha abandonado a mí,
que soy manantial de aguas vivas,
y se han cavado pozos,
pozos agrietados que no retendrán el agua.

14 ¿Acaso yo te había hecho esclavo,
o te había sometido a algún dueño?
¿Por qué, pues, ahora saquean a Israel?
15 Contra ti han rugido leones,
tu tierra ha sido desolada,
tus ciudades, incendiadas y despobladas.
16 Hasta los egipcios de Nof y de Tajfanjes te han humillado.
17 ¿Acaso no sucedió esto
porque has abandonado a Yavé, tu Dios,
que te indicaba el camino?

18 ¿Para qué llamas a Egipto?
¿acaso te sanarán las aguas del Nilo?
¿Y para qué llamas a Asur?
¿apagarán tu sed las aguas del río?

19 Tus mismas faltas te castigan
y te condenan tus infidelidades.
Reconoce y comprueba cuán malo y amargo resulta
abandonar a Yavé, tu Dios,
y dejar de temerme a mí,
-palabra de Yavé Sabaot.

20 Hace tiempo que has quebrado el yugo,
soltándote de sus lazos.
Tú dijiste: “Yo no quiero servir.”
y sobre cualquier loma
bajo cualquier árbol frondoso,
te tendías como una prostituta.

21 Yo te había plantado como una cepa fina.
¿Cómo has pasado a ser para mí viña degenerada?

22 Aunque te laves,
te limpies y te restriegues,
ante mí no desaparecerá la mancha de tus faltas,
-palabra de Yavé.

23 todavía te atreves a decir: “No estoy manchada,
no he ido tras otros dioses.”
Mira, en el valle, las huellas de tus pasos,
y reconoce lo que has hecho,
camella fácil,
que va coqueteando por los caminos.
24 Burra salvaje suelta en el desierto,
que en el ardor de su pasión olfatea el viento.
¿Quién calmará su celo?
25 El que la busca sabe dónde encontrarla.

Pero tú dices: “¡No, déjame!,
a mí me gustan los extranjeros y tras ellos quiero ir.”

Los crímenes de Jerusalén

26 Así como se avergüenza un ladrón de ser pillado,
así se avergonzarán los hombres de Israel,
ellos, sus reyes y sus jefes,
sus sacerdotes y sus profetas,
27 que dicen a un palo: “Tú eres mi padre”,
y a una piedra: “Tú me diste la vida”
Ellos me dan la espalda,
en vez de mostrarme la cara.
Pero cuando les pase una desgracia,
gritaran diciéndome: “¡Levántate, sálvanos!”
28 Pues, ¿dónde están tus dioses que tú mismo hiciste?
¿Qué se levanten ellos, a ver si te salvan
en el tiempo de tu desgracia!
Porque tus dioses, pueblo de Judá,
son tan numerosos como tus ciudades.
29 ¿Por qué quieren ustedes meterme en pleito, cuando todos ustedes me han traicionado?, dice Yavé.
30 Inútilmente he corregido a sus hijos,
ya que nadie me ha hecho caso.
Su espada ha devorado a sus profetas
como un león hambriento.
31 Ustedes, que son chusma, vean lo que dice Yavé:
“¿He sido yo para Israel un desierto
o una tierra cubierta de tinieblas?”
¿Por qué, entonces, dice mi pueblo:
“Nos apartamos de ti,
no queremos verte más?”
32 ¿Puede una joven olvidarse de sus adornos
o una novia de su cinturón?
Y, sin embargo, mi pueblo me ha olvidado, hace ya mucho tiempo.
33 Qué bien andan tus pies en busca de amor.
Conoces todos los caminos,
aun los del crimen.
34 Mira tus manos manchadas con sangre,
No de bandidos sorprendidos en el crimen sino que de inocentes.
35 Sin embargo, dices: “Soy inocente
¿por qué no se aparta de mí la ira de Yavé?”
Pues bien, aquí me tienes para rebatir lo que dices: Sí, tú pecaste.
36 No te des prisa para cambiar tus amistades.
Como te engañó Asur también te engañará Egipto.
37 También de ahí saldrás con las manos en la cabeza,
porque Yavé ha rechazado a aquellos en que confías,
y no te irá bien con ellos.




3

¿Y pretendes volver a mí?

3 1 Yavé me dirigió la palabra: “Si un hombre despide a su esposa y ella, alejándose de él, pasa a ser esposa de otro, ¿podrá volver a él de nuevo? ¿No sería un escándalo para todo el país? Pues bien, tú has andado con muchos amantes ¿y pretendes volver a mí?
2 Alza los ojos hacia los cerros y mira: No hay lugar en que no te hayas prostituido. Junto al camino te sentabas para esperar, como la mujer árabe en el desierto, y manchaste tu país con tus prostituciones y tus crímenes.
3 Por eso los aguaceros cesaron y no hubo más lluvia para ti en la primavera, pero tu rostro de mujer perdida ni siquiera ha enrojecido. 4 Mas aún me llamabas: “Padre mío, tú, el amigo de mi juventud, ¿tendrás rencor para siempre? ¿Durará eternamente tu cólera?
5 Así hablabas, y proseguías feliz cometiendo tus maldades.

Ejemplo de las dos hermanas

6 Yavé me dijo, cuando era rey Josías: “¿Has visto lo que ha hecho la infiel de Israel? Se ha entregado en cualquier c erro alto y bajo cualquier árbol verde. 7 Y yo me decía: Después de todo lo hecho, volverá a mí; pero no volvió.
8 Todo esto lo vio Judá, su perversa hermana; vio cómo yo me separaba de la infiel Israel, dándole el certificado de divorcio por todas sus traiciones; pero ni siquiera se ha asustado, y ha salido también a ejercer la prostitución.
9 Su conducta descarada ha sido una deshonra para todo el país, llegando hasta pecar con la piedra y con la madera.
10 Y aún después de todo eso, Judá, sumalvada hermana, no ha vuelto a mí sinceramente, sino con engaños.”
11 Y Yavé continuó: “En comparación con esta pérdida, Israel es una santa.”
12 Sal a gritar estas palabras, al norte:
“Vuelve, Israel infiel, dice Yavé.
No me enojaré con ustedes,
porque soy bueno,
ni les guardaré rencor.
24 Unicamente reconoce que eres culpable,
que has traicionado a Yavé, tu Dios;
has vendido tu amor a los extranjeros
y no has escuchado mi voz.”

Promesas a la nueva Jerusalén

14 Vuelvan , hijos rebeldes, dice Yavé, porque yo soy su Dueño. Elegiré de ustedes a uno de una ciudad y dos de una familia y los introduciré a Sión. 15 Les pondré pastores según mi corazón, que los alimenten con inteligencia y prudencia. 16 Y cuando ustedes sean muchos y prosperen en el país, ya no se hablará más del Arca de la Alianza de Yavé, ni pensarán más en ella, ni la recordarán más, ni la echarán de menos, ni la harán de nuevo. 17 Entonces llamarán a Jerusalén “el trono de Yavé” y a su alrededor se juntarán todas las naciones, en nombre de Yavé, sin seguir más la dureza de sus malos corazones.
18 Por ese mismo tiempo, los hijos de Judá, acompañados de los de Isrel, vendrán juntos desde las tierras del Norte, a la tierra que di en herencia a sus padres.

Continúa el poema de la conversión

19 Y yo pensaba: “¡Cómo quisiera contarte entre mis hijos, darte como herencia un país maravilloso, que sobresalga entre todas las naciones!” Y añadí: “Me llamarás “Padre mío” y nunca te apartarás de mí.
20 Sin embargo, así como una mujer traiciona a su amante, así me ha engañado la gente de Israel.”
21 Sobre las lomas peladas se oyen unos gritos, son las súplicas llenas de lágrimas de los hijos de Israel, porque se perdieron de camino, olvidándose de Yavé, su Dios.
22 “¡Vuelvan, hijos rebeldes,
que los voy a sanar de su rebelión!”
“Aquí estamos de vuelta junto a ti, porque tú eres Yavé, nuestro Dios. 23 Finalmente de nada sirven los templos en las lomas y las fiestas en los montes. Sólo Yavé, nuestro Dios, es quien salva a Israel.
24 El dios infame se comió el fruto del trabajo de nuestros padres, desde nuestra juventud, sus ovejas y sus vacas, sus hijos e hijas. 25 ¡Acostémonos en nuestra vergüenza y que nos cubra nuestra propia confusión! Porque nuestros padres, y nosotros desde nuestra juventud, hemos pecado contra Yavé, nuestro Dios, y no hemos escuchado su voz.”

4

Si quieres, puedes volver

4 1 Si tú quieres volver, oh Israel, dice Yavé, si quieres convertirte a mí, si alejas de mi vista tus monstruosas maldades, ya no tendrás más que esconderte de mí.
2 Si juras por la vida de Yavé, con verdad, con derecho y con justicia, entonces las naciones recibirán bendiciones y alabanzas por ti.
3 Porque así habla Yavé a los hombres de Judá y de Jerusalén: “Aren profundamente sus campos para que no siembren en la maleza.
4 ¡Oh habitantes de Judá y de Jerusalén, circuncídense por Yavé y purifiquen sus corazones, no sea que mi ira se propague como el fuego y arda, sin que nadie pueda apagarla, a causa de sus malas acciones!”

Amenaza de invasión

5 Publíquenlo en Judá
y que se oiga en Jerusalén.
Toquen la trompeta en todo el país;
griten a voz en cuello y digan:
“Juntémonos y entremos en las ciudades fortificadas.
6 Icen banderas como señales hacia el lado de Sión.
¡Huyan, no se paren!
Pues yo traigo del Norte la desgracia
y una catástrofe inmensa.
7 El león, que devora las naciones,
se ha levantado de su madriguera
y se ha puesto en marcha,
abandonando su morada,
para dejar tu tierra como un desierto,
tus ciudades destruidas y sin habitantes.
8 Por eso, vístanse con sacos,
lloren y aúllen,
porque Yavé no aparta de nosotros
su ardiente cólera.”
9 Ese día, dice Yavé, desfallecerá el corazón del rey y de los jefes; los sacerdotes temblarán de miedo, y los profetas, de espanto. 10 Y dirán: “¡Ah, Señor Yavé! ¡Mira cómo nos has engañado, cuando afirmabas: ustedes vivirán en paz, mientras que ahora estamos con la espada al cuello!”
11 En ese tiempo, dirán a este pueblo y a Jerusalén:
“Un viento que quema
y que no sirve para separar la paja del grano,
sopla desde el desierto hacia la hija de mi pueblo.
12 Es un viento amenazante, que obedece a mis órdenes.
Pues bien, ahora soy yo el que va a pronunciar sentencia contra ellos:
13 “Miren cómo el destructor se levanta como las nubes,
sus carros parecen un huracán
y sus caballos son más rápidos que las águilas.
¡Pobres de nosotros, estamos perdidos!”
15 Lanzan la voz de alarma desde Dan y anuncian la mala noticia desde los cerros de Efraím: 16 “Que todos sepan, en Judá y en Jerusalén, que los enemigos ya están aquí.” Vienen de unlejano país y gritan contra las ciudades de Judá, 17 rodean a Jerusalén como los que cuidan una propiedad, porque se rebeló contra mí, dice Yavé.
18 Todo esto te mereces por tu mala conducta y por tus fechorías. Que se te parta el corazón de pena porque te rebelaste contra mí.

Tierra quemada

19 “¡Ay, que me duele corazón! Me palpita fuertemente, pues no puedo callarme al sentir el toque del clarín y el estruendo de la guerra.
20 Las derrotas se suceden una tras otra, el país va quedando desierto. En un abrir y cerrar de ojos, fueron destruidos mis pabellones y mis carpas. 21 ¿Hasta cuándo tendré que ver estandartes guerreros, y soportar el sonido del clarín?”
22 Esto te pasa porque eres un pueblo estúpido, que no me conoce. Ustedes son hijos tontos y sin inteligencia, que saben hacer el mal pero no el bien.”
23 Miré a la tierra, pero estaba vacía y llena de confusión. Miré a los cielos, y eran sólo tinieblas.
24 Miré a los montes, y temblaban; a los cerros, y se sacudían.
25 Miré y me di cuenta que no había un alma, y que todos los pájaros del cielo se habían ido.
26 Miré los campos floridos, pero estaban secos, y todas las ciudades habían sido destruidas por Yavé y por el ardor de su cólera.
27 Pues bien, así habla Yavé: “Todo el país será destruido, pero no les daré el golpe de gracia. 28 Por eso, la tierra se pondrá de luto y los cielos se oscurecerán, porque yo lo he dicho y no me arrepentiré; lo he resuelto y no me volveré atrás.”

29 Al ruido de la caballería y de los arqueros todo el mundo huye,
escondiéndose en los bosques
y trepando por las rocas.
Los habitantes dejan su ciudades,
sin que nadie quede en ellas.
30 “Y tú, ¿qué vas a hacer?
Aunque te pongas vestidos de púrpura,
y te pintes con lápiz en los ojos,
te estás arreglando en vano,
pues tus amantes te desprecian
y sólo buscan quitarte la vida.”
31 Entonces oí gritos como los de una mujer que da a luz por primera vez. Era la hija de Sión, que gimiendo extendía sus manos: “¡Ay de mí, que voy a sucumbir bajo los golpes de los asesinos!”

5

Motivos de la invasión

5 1 Recorran las calles de Jerusalén, miren bien e infórmense. Busquen por las plazas, a ver si encuentran un hombre, uno siquiera, que practique la justicia y busque la verdad, y perdonaré a esta ciudad. ¿Tus ojos , Yavé, no buscan acaso la verdad? 2 Sin embargo, cuando dicen “Por la vida de Yavé”, están, en realidad, jurando en falso. 3 Les has herido, pero no han sentido, los has aplastado, pero no han querido aprender la lección. Han endurecido su frente como una roca y se han negado a convertirse.
4 Yo me decía: “Sólo la gente ordinaria actúa incorrectamente, porque no conocen el camino de Yavé ni el derecho de su Dios. 5 Iré entonces, a ver a la gente culta y les hablaré, pues éstos conocen el camino de Yavé y el derecho de su Dios.” Pues bien, también éstos habían quebrado el yugo y roto las correas. 6 Por esto, el león de la selva los ataca, el lobo de las estepas los destroza y la pantera está acechando a la puerta de de sus ciudades, lista para despedazar al que salga, porque son muchos sus pecados y numerosas su rebeldías.
7 ¿Cómo te voy a perdonar? Tus hijos me han abandona tomando por Dios a los que no lo son. Cuando cuidaba que nada les faltara, ellos se entregaron al adulterio. Juntos acudían a la casa de las prostitutas. 8 Son potros satisfechos y lozanos que relinchan por la mujer de su prójimo.
9¿Y no voy a castigar tales acciones? ¿No debe de vengarme de una nación como ésta? Así dice Yavé:
10 Vengan, naciones, y escalen las murallas de mi pueblo,
destruyan, pero no terminen con mi viña,
córtenle esos sarmientos,
ya que no son los que plantó Yavé.
11 Realmente, harto me han traicionado,
tanto la gente de Judá
xomo la Israel, palabra de Yavé.
12 Renegaron de Yavé, diciendo:
“¡No existe!” Nada malo nos sucederá,
no veremos ni espada ni escasez.
13 Los profetas son sólo viento,
Dios no les habla,
que sus amenazas se vuelvan contra ellos.”
14 Pero así me habla Yavé:
“Puesto que esa gente se expresa así
yo pongo en tu boca mis palabras,
que serán como un fuego,
y esta gente será leña que el fuego devorará.”
15 ¡Gente de Israel!
Traeré de muy lejos una nación contra ustedes –palabra de Yavé.
Es una nación invencible y muy antigua,
cuyo idioma desconoces.
16 Son arqueros certeros, todos ellos valientes
17 ellos comerán tu cosecha y tu pan,
devorarán a tus hijos y a tus hijas,
se comerán tus carneros y tus vacas,
tus viñas y tus higos,
destruirán tus plazas fuertes
en las que tanto confías.
18 Sin embargo, dice Yavé, ni siquiera en aquellos días los voy a destruir completamente, 19 y cuando se pregunten: “¿Por qué Yavé, nuestro Dios, ha hecho todo esto con nosotros?”! , les dirás: “Así como me dejaron para ir adorar, en el país de ustedes, a dioses extraños, de la misma manera tendrán que servir a extranjeros en una tierra que no es la de ustedes.”

Castigo inevitable

20 Comuniquen esto a los habitantes de la familia de Jacob
y que lo escuchen los de Judá:
21 “Oye pueblo estúpido y tonto,
que tienes ojos y no ves,
orejas y no oyes.”
23 ¿A mí no me temen?, dice Yavé,
ni tiemblan delante de mí?
De mí que puse la arena para atajar el mar,
como una cerca que no puede saltar.
aunque se agite bramando,
no podrá pasarla con sus olas.
23 Peo este pueblo, cuyo corazón es traidor y rebelde,
me ha vuelto la espalda y se ha marchado,
24 sin que se les ocurriera decir:
“Temamos a Yavé, nuestro Dios, que nos manda lluvia,
en otoño y en primavera,
y nos concede el tiempo justo para cosechar.”
25 Sus crímenes y pecados alteraron el orden de todas estas cosas,
privándoles a ustedes de estos bienes.
26 En mi pueblo, hay malhechores
que colocan trampas como para pillar pájaros,
pero cazan hombres.
27 Sus casas están repletas con el botín de sus saqueos,
como una jaula llena de pájaros.
Así han llegado a ser importantes y ricos,
28 y se ven gordos y macizos.
Incluso han sobrepasado la medida del mal,
puesto que han obrado injustamente,
No respetando el derecho de los huérfanos a ser felices
ni defendiendo la causa de los pobres.
29 ¿Podré dejar pasar esto sin castigo, dice Yavé,
y no me vengaré de una nación como ésta?
30 Algo espantoso y horrible está pasando en este país:
31 Los profetas anuncian mentiras,
los sacerdotes buscan el dinero
y todo esto le gusta a mi pueblo
¿Qué harán ustedes, cuando llegue el fin?

6

Visión del sitio de Jerusalén

6 1 Salgan de Jerusalén, a refugiarse,
hijos de Benjamín.
Que resuene la trompeta en Tecoa;
coloquen una señal en Betqueren,
pues por el Norte se asoma una desgracia
como una inmensa catástrofe.
2 No te comparabas con una deliciosa pradera, hija de Sión: 3 Pues, bien, hasta ti han llegado unos pastores con sus rebaños. Han instalado sus carpas a tu alrededor y cada uno da, allí, pasto a sus ovejas.
4 Declárenle la guerra:
¡Ea, ataquemos al mediodía!
Qué mala suerte la nuestra,
pues el día ya se acaba
y la tarde extiende sus sombras.
5 No importa, volvamos a atacar de noche y destruyamos sus palacios.
6 Pues así habla Yavé, el Dios de los Ejércitos: “Corten árboles y construyan un terraplén frente a Jerusalén. Que es una ciudad mentirosa y que oprime a todo el mundo. 7 Porque como se saca agua de un pozo, así brota de ella la maldad. Allí sólo se oye hablar de violencia e injusticia, y mis ojos están siempre viendo el sufrimiento y el mal trato.”

Jeremías amenaza

8 Hazme caso, Jerusalén si no quieres que me aleje de ti y te conviertas en un desierto, en una tierra deshabitada.
9 Así dice Yavé: “Busca y rebvusca como en una viña lo que queda de Israedl, vuelve a pasar tu mano, como lo hace el vendimiador, por los sarmientos.”
10 ¿A quién hablaré y tomaré como testigo para que escuchen? Tienen oídos de paganos y no pueden entender. La palabra de Yavé les causa risa y no les gusta.
11 “¡Pero yo estoy lleno de la ira de Yavé y no la aguanto más!”
“Derrámala entonces sobre los niños de la calle y sobre los grupos de muchcahos. Les va a llgar a todos, al marido y a la mujer, al anciano y al hombre lleno de vida. 12 Sus casas pasarán a otros, y juntos sus campos y sus mujeres, cuamndo yo extienda mimano sobre los habitantes de esta tierra, dice Yavé.
13 Pues desde el más chico al más grande, todos andan buscando su propio provecho, y desde el sacerdote hasta el profeta, son todos unos embusteros. 14 Calman sólo a medias la aflicción de mi pueblo, diciendo: “¡Paz, paz!, siendo que no hay paz.
15 Deberían avergonzarse de sus abominables acciones, pero han perdido la vergüenza y ni siquiera se ponen colorados. Por eso caerán junto con los demás y se irán al suelo cuando los viste, declara Yavé.
16 Así dice Yavé: “¡Hagan ustedes como que marcan por los viejos senderos, y pidan informes sobre ellos: “¿Cuál era el camino del bien?” Síganlo y encontrarán la tranquilidad.
Pero respondieron: “¡No queremos ir por ahí!”
17 Les puse entonces centinelas: “¡Estén atentos cuando toquen la trompeta!” y también contestaron: “No queremos atender” 18 Pues bien, que todas las naciones oigan y sepan loque voy a hacer con ellos:
19 Escucha, tierra, mira el castigo que voy a dar a este pueblo, como fruto de su rebelión. Pues no quisieron hacerme caso cuando les hablaba, y despreciaron mi Ley.
20 ¿Qué me importa a mí el incienso importado de Saba y la canela fina, que viene de un país lejano? Ya no me gustan los holocaustos, que ustedes hacen, y sus sacrificios me caen mal.
21 Por eso, así habla Yavé: “Voy a poner, por donde pase este pueblo, piedras, para que todos se caigan, padres e hijos, vecinos y amigos perecerán juntos”
22 Así habla Yavé: “Miren cómo llega un pueblo del norte, es una gran nación, que se levanta de los límites de la tierra. 23 Están armados de arcos y espadas, son crueles e inhumanos, gritan tan fuerte como el rugido del mar y van montados a caballo, ordenados como un solo hombre para la guerra, contra ti, hija de Sión.”
24 Hemos oído la noticia y se nos caen los brazos; la angustia y un dolor, como de mujer que da a luz, nos asalta. 25 “No salgan al campo, ni anden por los caminos, porque allí está la espada del enemigo, que hace temblar en todas partes.”
26 Hija de mi pueblo, vístete con sacos, revuélcate en la ceniza, colócate luto como por un hijo único, llora amargamente, por que de repente cae sobre nosotros el que nos va a destruir.

Israel, plata de deshecho

27 A ti te puse en mi pueblo como inspector para que veas y examines su conducta.
28 Son todos unos rebeldes y calumniadores; están todos corrompidos. 29 El fundidor movió, con fuerza, el fuelle para que el plomo fuera consumido por el fuego, pero inútilmente trabajó, pues la escoria no se desprendió. 30 Serán llamados, en consecuencia, "plata de deshecho”, porque Yavé los arrojó.

7

El templo de Yavé, falsa seguridad

7 1 A Jeremías le llegó esta palabra de Yavé: 2 “Párate en la puerta de la Casa de Yavé y publica allí esta palabra: Escuchen, hombres de Judá, que entran por esta puerta a adorar a Yavé. 3 Así habla Yavé, Dios de Israel:
Mejoren su proceder y sus obras, y yo me quedaré con ustedes en este lugar. 4 No confíen en palabras mentirosas como éstas: ¡Miren el Templo de Yavé!, ¡aquí está el Templo de Yavé!, ¡éste es el Templo de Yavé!
5 Más bien mejoren su proceder y sus obras y hagan justicia a todos. 6 Dejen de oprimir al extranjero, al huérfano y a la viuda. No manchen este lugar con sangre de gente asesinada. No vayan en pos de otros dioses, para desgracia de ustedes. 7 Yo, entonces, los mantendré en este lugar, en el país que di a sus padres desde hace tiempo y para siempre.
8 Pero ustedes se fían de palabras engañosas y de ningúnprovecho. 9 Ustedes roban, matan, toman la esposa del prójimo, juran en falso u ofrecen sacrificios a otros dioses, que no son de ustedes. 10 Y luego vienen a presentarse ante mí, en este Templo que lleva mi Nombre, cuando acaban de hacer todas estas maldades. Y dicen: 11 “¡Aquí estamos seguros!”.
¿Será un refugio de ladrones esta casa mía sobre la cual se pronuncia mi Nombre? 12 Es así como la ven ustedes, pero yo también he visto. Vayan , pues, al santuario de Silo, en Israel, donde quise que descansara mi Nombre, en tiempos pasados; y miren cómo lo traté, por los crímenes de mi pueblo de Israel.
13 Ustedes han cometido todas estas maldades que acabo de decir, y no me han escuchado cuando los advertí, repetidas veces. Por más que les hablaba, no me hicieron caso. 14 Ahora, pues, lo que hice en Silo, también lo haré con este Templo, por el que se sienten seguros. Lo destruiré a pesar de que lleva mi Nombre y que soy yo quien lo dio a sus padres.
15 En cuanto a ustedes, los arrojaré lejos de mi presencia, como arrojé a sus hermanos del norte, a toda la gente de Efraím.

16 Y tú, no pidas por este pueblo, ni eleves por ellos súplicas ni oraciones, ni me insistas más, porque no te escucharé.
17 ¿Es que no ves lo que ellos hacen en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? 18 Los hijos amontonan la leña, los padres encienden el fuego y las mujeres amasan para hacer tortas a la reina del cielo y luego derraman vino en honor de dioses extranjeros, para así ofenderme. 19 Pero, ¿¿es a mí, acaso, a quien perjudican con eso, dice Yavé, no es más bien a ellos mismos, para su propia deshonra?
20 Por esto, así habla Yavé: “Mi cólera y mi furor se van a desencadenar sobre este l ugar, sobre los hombres y los animales; sobre los árboles del campo y los frutos de la tierra. Y arderá sin apagarse.”

Contra la falsa religión

21 Así habla Yavé de los Ejércitos, el Dios de Israel: “¡Añadan ustedes, no más, los holocaustos a los sacrificios y coman después la carne! 22 Que cuando yo saqué a sus padres de Egipto, no les hablé ni les ordené nada referente a sacrificios y holocaustos.
23 Lo que les mandé, más bien, fue esto: “Escuchen mi voz, y yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo. Caminen por el camino que les indiqué para que siempre les vaya bien. 24 Pero ellos no me escucharon ni me hicieron caso, sino que siguieron la inclinación de su corazón malvado, me dieron la espalda y me volvieron la cara.

25 Desde el día en que saqué a sus padres de Egipto hasta el día de hoy, les he mandado continuamente a mis servidores, los profetas. 28 Pero tampoco ustedes me oyeron ni me hicieron caso, y, endureciendo su cabeza, se portaron peor que ellos.”
27 Puedes decirles todo esto, pero se harán los sordos. Puedes llamarlos, pero no te responderán: 28 Diles, entonces esto: esta es la nación que no ha escuchado la voz de Yavé, su Dios, ni ha querido aprender. La fidelidad ha muerto, ha desaparecido de su boca.
29 Córtate tus cabellos, largos y tíralos. Entona sobre los cerros pelados una lamentación. Porque Yavé ha despreciado y rechazado a esta generación que aborrece.”
30 “Sí, los hijos de Judá han hecho lo que a mí no me gusta, dice Yavé. Han instalado sus ídolos en el templo, dónde se invoca mi Nombre, para profanarlo; 31 han construido los santuarios de Omas de Tofet, en el valle de Ben-Hinón, para quemar en el fuego a sus hijos y a sus hijas, cosas que yo no les ordené ni se me ocurrió jamás.”
32 Por eso, se acerca el tiempo, dice Yavé, en que no se hablara más de Tofet ni del valle de Ben-Hinón, sino del Valle de la Matanza. Y se enterrará a la gente en Tofet, porque no habrá otro lugar, 33 y sus cadáveres servirán de comida a las aves de rapiña y a las fieras salvajes, sin que nadie las espante.
34 Suspenderé en las ciudades Judá y en las calles de Jerusalén toda manifestación de gozo y de alegría, los cantos del novio y de la novia, porque el país sólo será un desierto.”

8

8 1 En ese tiempo, dice Yavé, sacarán de sus tumbas los huesos de los reyes de Judá, y los de sus príncipes, y los de los sacerdotes, y los de los profetas, y los de los habitantes de Jerusalén, 2 Los expondrán al sol, a la luna y a todo el ejército del cielo, a quienes amaron y sirvieron, a quienes siguieron, consultaron, y adoraron. No serán recogidos para ser enterrados de nuevo, sino que quedarán como abono por el suelo.

3 La muerte valdrá más que la vida para los sobrevivientes de esta raza perversa, en cualquier parte donde los haya echado, dice Yavé de los ejércitos.

Amenazas, lamentaciones, avisos.
Extravíos de Israel

4 Les dirás: Así dice Yavé: ¿Acaso el que cae no puede levantarse, y el que se pierde de camino, no puede volver atrás? 5 Pues, ¿por qué este pueblo sigue en su rebeldía, sin querer ceder?, se aferran fuertemente a la mentira y se niegan a convertirse.
6 Me he puesto a escuchar atentamente; no hablan como se debe, nadie llora su maldad, diciendo: ¿”Qué es lo que he hecho?” Todos prosiguen su propia carrera como caballo que se lanza a la carga.
7 Hasta la cigüeña, en el cielo, conoce su estación, la tórtola, la golondrina y la grulla saben la época de sus migraciones. ¡Pero mi pueblo ignora el derecho de Yavé!”
8 ¿Cómo pueden ustedes decir: “Somos sabios y poseemos la Ley de Yavé? Cuando es bien cierto que la ha cambiado en mentira la pluma mentirosa de los escribientes.
9 Los sabios pasarán vergüenza, serán confundidos y caerán en la trampa. Como despreciaron la palabra de Yavé; ¿qué les queda ahora como sabiduría?
10 Así que yo daré a sus mujeres a otros, sus campos a nuevos propietarios. Pues desde el más chico hasta el más grande, andan todos buscando su propio provecho; y desde el profeta hasta el sacerdote todos se dedican a engañar.
11 Curan sólo por encima la herida de la hija de mi pueblo, diciendo: “¡Paz, paz!” , siendo que no hay paz.
12 Deberían avergonzarse de sus actos abominables, pero ya no conocen la vergüenza ni se ponen rojos. Por eso, caerán junto con los demás, y tropezarán cuando los viste, dice Yavé.
13 Yo acabaré con ellos, dice Yavé,
porque la parra no tiene racimos
ni la higuera, higos,
y aún las hojas están secas.
Por eso los entregaré en manos del que pase.
14 ¿Por qué nos quedamos parados?
Juntémonos,
entremos en nuestras c iudades fortificadas para morir allí.
Pues Yavé, nuestro Dios, nos entrega a la muerte
y nos da para tomar agua envenenada,
porque hemos pecado contra él.
15 Esperábamos la paz,
y ninguna cosa buena ha llegado,
el tiempo de la curación,
y se presenta el miedo.
16 Desde Dan se siente el resuello de su caballos:
Al relincho sonoro de sus corceles,
toda la tierra tiembla.
Vienen a comerse el país y sus bienes,
la ciudad y sus habitantes.
17 Voy a mandarles a ustedes
serpientes venenosas,
contra los que no exista encantamiento;
que los morderán, dice Yavé,
sin remedio.
18 El dolor se apodera de mí, el corazón me está fallando. 19 El grito de angustia de la hija de mi pueblo se siente a lo largo de todo el país: “¿Ya no está “¿Por qué me han irritado con sus ídolos, con esas cosas extranjeras, que nada són?”
20 Pasó la siega, y se acabó el verano,
pero nosotros no hemos sido salvados.
21 Me desgarra la pena de la hija de mi pueblo,
me siento abatido y espantado.
22 ¿No hay acaso, bálsamo en Galaad
ni queda allí ningún médico?
¿Cómo es, pues, que no mejora
la salud de la hija de mi pueblo?
23 ¿Quién pudiera cambiar mi cabeza en una vertiente y que de mis ojos brotara un arroyo de lágrimas, para así llorar, día y noche, los muertos de la hija de mi pueblo?

9

9 1 ¿Quién me diera, en el desierto,
una posada de viajeros,
para poder dejar a mi pueblo
e irme lejos de ellos?
Porque son todos unos adúlteros,
una pandilla de traidores.
2 Estiran su lengua como un arco;
es la mentira y no la verdad
lo que prevalece en este país.
Sí, van de crimen en crimen.
¡Y a Yavé no lo conocen!
3 Que cada uno desconfíe de su amigo
y que no tenga confianza ni en su hermano,
porque el hermano sólo piensa en suplantar al otro
y el amigo anda levantando calumnias.
4 Se engañan a unos a otros,
nunca dicen la verdad,
su lengua está acostumbrada a mentir;
están pervertidos, no pueden convertirse.
5 Viven en medio de la trampa
y por engaño se niegan a reconocerme.
6 Por eso, así habla Yavé de los Ejércitos:
"Voy a probarlos, en el horno donde se purifica el metal.
¿Qué otra cosa puedo hacer con la hija de mi pueblo?
7 Su lengua es una flecha que mata,
diciendo mentiras;
le desean al prójimo la paz,
pero, en su corazón, le preparan una trampa.
8 ¿Y no he de castigarles yo por estas cosas?, dice Yavé:
¿De gente como ésta, no me vengaré?”
9 Lancen por los montes gemidos y lamentos, y un canto fúnebre por el pasto del desierto, porque ha sido quemado, y nadie pasa por allí, ni se oyen los mugidos del ganado. Desde los pájaros del cielo hasta las bestias, todas han huido, han desaparecido. 10 Y voy a hacer de Jerusalén un montón de piedras, una guarida de chacales, y de las ciudades de Judá, un desierto donde nadie viva.

11 ¿Quién es bastante sabio para comprender estos acontecimientos? ¿A quién se lo ha dicho la boca de Yavé para que lo publique? ¿Por qué el país está perdido, incendiado como el desierto, por donde nadie pasa?
12 Yavé lo ha dicho: Es que han abandonado mi Ley, que les había propuesto; no han oído mi voz ni la han seguido. 13 Sino que, yendo tras la inclinación de su duro corazón, se han marchado con los Baales, que sus padres les enseñaron.
14 Por eso, así dice Yavé de los Ejércitos, Dios de Israel: “Yo daré de comer ajenjo a este pueblo y les voy a dar de beber agua envenenada. 15 Los desparramaré entre las naciones que no conocieron ni ellos ni sus padres, y detrás de ellos enviaré la espada hasta acabar con todos.”
16 ¡Oigan! ¡Llamen a las lloronas, que vengan!
¡Busque a las más peritas y que vengan!
17 Que se apresuren en entonarnos una canción fúnebre.
Dejen que lloren nuestros ojos
y que derramen llanto nuestros párpados.
18 Sí, una queja llega desde Sión:
“¡Ah, qué arruinados
y avergonzados estamos!
Tener que abandonar la patria
y ver nuestras casas destruidas.”
19 Ustedes, mujeres escuchen la palabra de Yavé,
reciban sus oídos la palabra de su boca,
enseñen a sus hijas este canto fúnebre,
y, unas a otras, esta lamentación:
20 “La muerte ha trepado por nuestras ventanas
y ha entrado en nuestros palacios;
ha segado al niño en la calle,
a los jóvenes en la plaza.
21 Los cadáveres humanos yacen
como guano por el campo,
como gavillas tras el segador,
sin haber quien las recoja.”

La verdadera sabiduría

22 Así dice Yavé:
“Que no se alabe el sabio por su sabiduría,
ni el valiente por su valentía,
ni el rico por su riqueza,

23 Quien quiera alabarse,
que busque su alabanza en esto:
En tener inteligencia y conocerme.

Yo soy Yavé, el que tiene compasión,
el que hace justicia en la tierra
y que la gobierna conforme al derecho
estas son las cosas que me gustan,
-palabra de Yavé.

24 Se acerca el tiempo, dice Yavé, en que castigaré a los circuncidados junto con los que no lo son. 25 A Egipto, Judá, Edom, los hijos de Ammón, Moab, y a todos los árabes que se afeitan las sienes y que viven en el desierto. Pues todos pueblos no son circuncidados, y la gente de Israel no ha circuncidado su corazón.