LA BIBLIA - INTRODUCCIÓN

La Biblia no ha caído del cielo. Aquí están libros que no se proclamaron desde las nubes, con algún parlante celestial, sino que se reunieron pacientemente a lo largo de siglos en el seno del Pueblo de Dios, gracias a la fe de sus minorías más conscientes.

Durante unos 18 siglos, desde Abraham hasta Jesús, el pueblo de Israel descubrió, cada vez con mayor lucidez, que el Dios Único se había ligado a él. Las experiencias de la comunidad nacional, los llamados de esos hombres, llamados profetas, que hablaban de parte de Dios, las inquietudes que se desarrollaban entre los creyentes: todo esto pasó de una que otra manera a esos libros. Y fueron los responsables religiosos de Israel los que recibieron, escogieron y acreditaron estos libros, integrándolos al Libro Sagrado.

Así se formó el Antiguo Testamento de la Biblia.Testamento se refiere a que estos libros era como la herencia más preciosa entregada por Dios a su pueblo escogido.

Después de tantas experiencias, llegó para el pueblo de Israel un tiempo de crisis en que Dios quiso llevarlos de una vez a la madurez de la fe. Para eso vino Jesús. Con él se llevó a cabo la experiencia más trascendental de toda la historia. Jesús, sus esfuerzos para salvar al pueblo judío de una destrucción inminente, su rechazo, su muerte y, luego, su Resurrección: ésta fue la última palabra de Dios.

La trayectoria de Jesús originó la predicación de la Iglesia y los libros que en ella se escribieron. Aquellos libros que fueron aprobados por los responsables de la Iglesia pasaron a integrar el Nuevo Testamento.

El Nuevo Testamento comprende:

LOS CUATRO EVANGELIOS. La palabra Evangelio significa la Buena Nueva. Esos son los libros en que los apóstoles de Jesús escribieron lo que habían visto y aprendido de él.

Luego viene el libro de los HECHOS DE LOS APÓSTOLES, escrito por Lucas, el mismo que escribió el Tercer Evangelio.

Luego vienen más de veinte CARTAS que los apóstoles dirigieron a las primeras comunidades cristianas.

El Antiguo Testamento comprende:

Los LIBROS HISTÓRICOS. Aquí vemos la actuación de Dios para liberar a un pueblo que quier hacer que sea su pueblo. Lo vemos educar a ese pueblo y dar un sentido a su historia nacional. En estos libros se destacan:

El Génesis. El Exodo. El Deuteronomio. Los libros de Samuel.

LOS LIBROS PROFETICOS. Dios interviene en la historia por medio de sus profetas, encargados de transmitir su palabra.

LOS LIBROS DE SABIDURÍA destacan la importancia de la educación y del esfuerzo del individuo para llegar a ser un hombre responsable y un creyente.

Ediciones Paulinas - Verbo Divino

sábado, 27 de noviembre de 2010

JOEL

INTRODUCCION A JOEL

Los profetas de la Biblia sabían que todo es provisorio en el mundo actual. En cada acontecimiento que amenazaba la vida de su pueblo, reconocían la venida de Yavé, que juzga al mundo presente para instaurar lo definitivo.
Joel habla con ocasión de un a invasión de langostas. La gente contempla sus campos devastados y las cosechas perdidas. Joel ve más allá. Yavé hace oír su voz, ¿quién podrá soportar su venida?
Y también Dios, junto con prometer la liberación de dichas plaga, anuncia el tiempo feliz en que no habrá ya ni dolor ni temor. Se anuncia el día en que Dios dará a todos sus hijos el Espíritu de los profetas: para la Iglesia, Joel es el profeta que anunció el día de Pentecostés (ver Hechos 2,17)

viernes, 26 de noviembre de 2010

1

1 1 Palabra de Yavé que fue dirigida a Joel, hijo de Petuel.

La invasión de las langostas

2 ¡Oigan esto, ancianos!, escuchen todos los habitantes del país: ¿Ha sucedido algo semejante en sus tiempos, en tiempos de sus padres? 3 Cuéntenselo a sus hijos y a sus nietos y a las generaciones venideras. Lo que dejó el gusano, lo devoró la langosta; 4 lo que dejó la langosta, lo devoró el pulgón; lo que dejó el pulgón, lo devoró el grillo.
5 Despierten, borrachos, y lloren: giman todos los bebedores de vino porque se nos quitó de la boca el vino nuevo. Una nación poderosa e innumerable ha invadido a mi país; 6 sus dientes son como dientes de león, y tienen colmillos de leona. 7 En ruinas ha dejado mi viña y ha destrozado mis higueras. 8 ¡Laméntate como la joven que, recién casada, llora por su esposo! 9 No hay fruto que ofrecer en la Casa de Yavé, de duelo están los ministros de Yavé. El campo ha sido desolado, de duelo está la tierra porque la cosecha de trigo ha sido perdida; ha faltado el vino y el aceite se nos ha terminado. 11 Avergüéncense, labradores, giman, viñadores, por el trigo y la cebada, porque la cosecha de los campos está perdida. 12 La viña se ha secado y la higuera languidece; el granado, la palmera y el manzano, todos los árboles del campo están secos, y se nos fuer la alegría, como avergonzada.
13 Pónganse su cinturón, sacerdotes, y laméntense. Lloren, ministros del Señor. Vengan a pasar la noche cubiertos de saco, ministro de mi Dios. Ya no se ven ofrendas ni vino en la casa de su Dios. 14 Proclamen un ayuno y una asamblea santa, congreguen a los ancianos y a toda la gente del campo en la Casa de Yavé su Dios, y clamen a él. 15 ¡Ay, se acerca el Día, el Día de Yavé! Será como una devastación mandada por el Todopoderoso. 16 Ya no vemos con qué mantenemos y toda alegría ha huido de la casa de nuestro Dios. 17 La semilla se secó debajo de los terrones, los graneros están vacíos y las granjas arruinadas porque no hay grano. ¡Cómo mugen los animales! 18 Las manadas de bueyes andan locas porque no tienen pasto, y perecen los rebaños. 19 Oh, Yavé, a ti clamo, porque el fuego ha consumido los árboles del campo. 20 Hasta las bestias del campo se vuelven a ti ávidas porque se han secado los arroyos y el fuego ha devorado los prados del llano.

2

2 1 ¡Toquen la trompeta en Sión!
Den la alarma en mi monte santo.
¡Tiemblen todos los habitantes del país,
porque llegó el día de Yavé,
que se acercaba!
2 ¡Día de tinieblas y de oscuridad,
día de nubes y de espesa niebla!,
un pueblo numeroso y fuerte
como jamás hubo otro
Nilo habrá después de él,
avanza y se extiende
como la aurora sobre los cerros.
5 El fuego devora delante de él,
detrás de él la llama abrasa.
Delante de él, un jardín de delicias,
detrás de él queda un desierto.
No hay nada que se pueda salvar.
6 Son semejantes a poderosos caballos
y se lanzan como caballerías,
saltan por los cerros.
7 Como el estruendo de carros,
como el sonido de la llama de fuego
que devora la paja seca.
Son como un pueblo poderoso en orden de batalla.
6 Ante él se estremecen los pueblos,
todos los rostros palidecen.
7 Corren como valientes,
como guerreros suben las murallas;
cada uno va delante
sin equivocarse de camino.
8 Nadie tropieza con su vecino,
cada cual va por su camino.
Atacan en medio de las flechas,
sin romper las filas.
9 Se arrojan sobre la ciudad,
corren sobre la muralla,
suben hasta las casas,
y a través de las ventanas
entran como ladrones.
10 Ante este pueblo invasor
tiembla la tierra,
se estremecen los cielos,
el sol y la luna se oscurecen
y las estrellas pierden su brillo!
11 Yavé hace oír su voz, al frente de su ejército,
numerosos son sus soldados,
poderosos los que cumplen sus órdenes,
porque grande y terrible es el día de Yavé.
¿Quién podrá soportarlo?

Vuelvan a mí con llantos

12 Dice Yavé: “Vuelvan a mí, con todo corazón, con ayuno, con llantos y con lamentos.”
13 Rasga tu corazón y no tus vestidos, y vuelve a Yavé tu Dios, porque él es bondadoso y compasivo, le cuesta enojarse, y grande es su misericordia, envía la desgracia, pero luego perdona.
14 ¡Quién sabe si volverá atrás y nos perdonará y hará producir de nuevo a nuestros campos, de los cuales sacaremos las ofrendas para Yavé.
15 Toquen la trompeta en Sión, ordenen el ayuno sagrado, y llamen a consejo.
16 Congreguen al pueblo, reúnan a los ancianos y que todos se purifiquen. Traigan también a los pequeños y a los niños de pecho, y que los recién casados dejen su cama.
17 En el patio del santuario lloren los sacerdotes ministros de Yavé y digan: “¡Yavé, perdona a tu pueblo, y no lo entregues al desprecio y a la burla de las naciones! ¿Acaso permitirás que los paganos digan: Dónde está su Dios?”

18 Yavé se mostró lleno de celo por su tierra y tuvo piedad de su pueblo. 19 Entonces Yavé respondió y dijo a su pueblo: “Miren que les envío trigo, vino y aceite, de suerte que puedan saciarse, y no los expondré más a los insultos de las naciones. 20 Al que viene del norte lo dejaré y lo arrojaré a una tierra árida y desierta, su vanguardia hacia el mar oriental, su retaguardia hacia el mar occidental, y subirá su pestilencia y hediondez, porque yo obro maravillas.
21 No temas, tierra, alégrate y regocíjate porque Yavé obra grandes cosas. 22 No teman, animales del campo, porque los prados del desierto han reverdecido, los árboles han dado su fruto, la higuera y la vid dan sus riquezas.
23 Y ustedes, hijos de Sión, alégrense en Yavé, su Dios, porque él les da la lluvia de otoño para la fertilidad y hace caer agua en otoño y primavera como antes. 25 Las eras se llenarán de trigo puro, los lagares desbordarán de vino y aceite virgen, 25 yo los compensaré por los años que les devoró la langosta y el pulgón, el grillo y la oruga, mi gran ejército, que contra ustedes mandé.
26 Comerán y se saciarán, alabarán el Nombre de su Dios, que ha obrado con ustedes de modo maravilloso, mi pueblo no será ya jamás confundido, 27 y sabrán ustedes que yo estoy en medio de Israel, yo Yavé, su Dios y no hay otro. Mi pueblo no será ya jamás confundido.

3

Yo derramaré mi espíritu

3 1 “Después de esto, yo derramaré mi Espíritu sobre todos los mortales. Tus hijos y tus hijas hablarán de parte mía, los ancianos tendrán sueños y los jóvenes verán visiones. 2 En aquellos días, hasta sobre los siervos y las sirvientas derramaré mi Espíritu.
3 Daré a ver señales en el cielo, y en la tierra habrá sangre, fuego y nubes de humo. 4 El sol será cambiado en tinieblas y la luna en sangre cuando se acerque el día de Yavé día grande y terrible.
5 Y serán salvados todos los que invoquen el Nombre de Yavé. Pues se dará una liberación en el cerro Sión, en Jerusalén como lo ha dicho Yavé, allí estarán los que llame Yavé.

4

El último combate y la salvación

4 1 En aquellos días cambiaré la suerte de Judá y de Jerusalén. 2 Reuniré todas las naciones y las haré descender al valle de Josafat. Allí discutiré con ellas la causa de mi pueblo y de mi heredad, Israel, a quien ellas han dispersado entre las naciones, mientras se repartían mi tierra. 3 Se jugaron a los dados a mi pueblo; cambiaron al niño por la prostituta y a la niña la vendieron por vino para emborracharse.
4 Y ustedes, ¿qué son ustedes para mí, Tiro y Sidón y todos los distritos de Filistia? ¿Tomarán acaso represalias contra mí? Si las quieren tomar, bien pronto volveré estas represalias sobre su propia cabeza.
5 Ustedes que robaron mi plata y mi oro y se llevaron mis más hermosas joyas a sus templos, 6 y vendieron los hijos de Judá y los hijos de Israel a los griegos, alejándolos de su tierra, 7 sepan que yo les voy a despertar del lugar donde ustedes los vendieron y haré caer las represalias de ustedes sobre sus cabezas. 8 Venderé a los hijos e hijas de ustedes por medio de los hijos de Judá, que los venderán a los sabeos, nación lejana: Yavé lo ha dicho.
9 Publiquen esto entre las naciones, proclamen una guerra santa, despierten a los valientes, avancen y suban todos los hombres de guerra. 10 Conviertan sus azadones en espadas y sus hoces en lanzas, que el débil diga: “Soy un valiente”.
11 Dense prisa y lleguen pronto, todas las naciones de alrededor, reúnanse allí. ¡Haz bajar, Yavé, a tus valientes! 12 Que despierten y suban las naciones al valle de Josafat, porque allí me sentaré para juzgar todas las naciones de alrededor.
13 Metan la hoz, pues los sembrados están maduros, vengan y pisen, porque el lagar está lleno y las cubas desbordan, ¡tan grande es su maldad! 14 Multitudes y multitudes en el Valle de la Decisión. Porque está cerca el Día de Yavé en el Valle de la Decisión.
15 El sol y la luna se oscurecieron y las estrellas retiraron su resplandor. 16 Yavé ruge desde Sión y desde Jerusalén hace oír su voz. Los cielos y la tierra se han conmovido. Porque Yavé es un refugio para su pueblo y un asilo para los hijos de Israel. 17 Y sabrán que yo soy Yavé, su Dios, que habito en Sión, mi monte Santo, y Jerusalén será un lugar santo por el que no pasará extranjero. 18 En aquellos días los montes destilarán vino, y de las colinas manará leche, en todos los torrentes de Judá correrá el agua y una fuente saldrá de la casa de Yavé para regar el valle de las acacias.
19 Egipto quedará toda en ruinas y Edom un desierto desolado, por la violencia que cometieron contra los hijos de Judá, porque derramaron sangre inocente en su tierra.
20 Pero Judá será habitada para siempre, y Jerusalén, de generación en generación. Y vengaré su sangre y no la dejaré impune, pues Yavé habita en Sión.”

martes, 23 de noviembre de 2010

AMÓS

INTRODUCCIÓN A AMÓS

Hacia la mitad del siglo octavo antes de Cristo, el reino de Israel aparece rico y muy próspero. La pequeña propiedad ha ido desapareciendo y las riquezas se concentran en unos pocos ricos, mientras por otra parte crece el proletariado; el lujo de unos pocos insulta la miseria de los pobres.
Inesperadamente, el Eterno ruge desde Sión y de Jerusalén hace oír su voz por medio de Amós, pastor natural de Tecoá, pueblecito situado a unos nueve kilómetros al sur de Belén, en el país de Judá.
Dios lo saca “de atrás de su rebaño” y lo envía hacia el país vecino, Israel del norte. El profeta comienza entonces a recorrer las ciudades del reino de Israel, denunciando las injusticias sociales, y la religión que se contenta sólo de ritos externos. Anuncia el castigo de Dios y el destierro de Israel y, al fin, predice también tiempos felices.
Amós es el profeta de la justicia social; nos revela a un Dios que defiende el derecho de los pobres.

1

1 1 Palabras de Amós, uno de los pastores de Tecoá. Estas son las revelaciones que tuvo acerca de Israel, en tiempo de Ozías, rey de Judá; y en tiempos de Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel, dos años antes del terremoto.
2 Dijo: “Rugirá Yavé desde Sión,
desde Jerusalén hará oír su voz;
entonces se marchitarán los pastos de los pastores
y se secarán las cumbres del Carmelo.”

Condenación de varias naciones

3 Así dice Yavé: “Mi sentencia en contra de Damasco será inapelable por sus innumerables crímenes. Porque machacaron a los israelitas de Galaad como se trilla el trigo, 4 yo prenderé fuego a la casa de Jazael y se incendiarán los palacios de Ben-Hadad. 5 Romperé el cerrojo de Damasco, arrancaré de Bicat-Aven a todos sus pobladores y de Bet_Edén al que empuña el cetro, y el pueblo de Aram irá cautivo a Quir”, dice Yavé. 6 Así dice Yavé: “Mi sentencia, condenando los muchos crímenes de Gaza, será sin apelación. Porque llevaron poblaciones enteras, para venderlas a Edom como esclavos, 7 yo prenderé fuego a la muralla de Gaza y se incendiarán sus palacios; 8 extirparé de Asdod a todos sus pobladores y de Ascalón al que empuña el cetro; volveré luego mibrazo contra Ecrón y perecerán los que quedan de los filisteos”, dice el Señor Yavé.
9 Así dice Yavé: Condenaré sin apleación a Tiro por sus incontables crímenes. Porque vendieron como esclavos poblaciones enteras a Edom, sin acordarse de su alianza con sus hermanos, 10 yo lanzaré fuego sobre las murallas de Tiro y se quemarán sus palacios. 11 Por los muchos crímenes de Edom, dictaré sentencia condenatoria definitiva en contra de él. Porque ha perseguido con espada a su hermano Israel, ahogando todo sentimiento de piedad, porque le tiene un odio siempre vivo y le guarda un rencor que nunca pasa, 12 yo prenderé fuego a Temán y se quemarán los palacios de Bosrá.” 13 Así dice Yavé: “Condenaré sin reclamación posible a Ammón por sus numerosos crímenes. Porque ellos al extender sus dominios abrieron el vientre de las mujeres encintas de Galaad, 14 por eso, yo prenderé fuego a los muros de Rabbá, incendiándose sus palacios, habrá entonces alaridos de combate y soplará el vendaval de la tormenta. 15 Y su rey, rodeado de su corte, partirá al destierro.”, dice Yavé.

2

2 1 Así dice Yavé:
“No habrá perdón para Moab por los crímenes sin cuenta que cometió. Por haber quemado los huesos del rey de Edom, hasta reducirlos a cenizas, 2 yo prenderé fuego contra Moab que devorará los palacios de Cariot. Moab caerá estrepitosamente, en medio de los gritos de los combatientes y del sonar de las trompetas. 3 Arrasaré a todos los gobernantes y aniquilaré, junto a él, a todos sus príncipes, dice Yavé.
4 Así dice Yavé: Judá recibirá un castigo ejemplar por sus muchos crímenes. Porque han despreciado la Ley de Yavé y no han guardado sus preceptos, sino que se dejaron llevar por sus falsos dioses, detrás de los cuales corrían ya sus padres. 5 Prenderé fuego a Judá y se quemarán los palacios de Jerusalén.

Condenación de Israel

6 Así dice Yavé: “Sentencia de muerte dictaré contra Israel por sus crímenes sin número. Porque venden al inocente por dinero, y al necesitado por un par de sandalias. 7 Pisotean a los pobres en el suelo y les impiden a los humildes conseguir lo que desean. Padre e hijo, faltándole al respeto a mi santo Nombre, tienen relaciones con la misma mujer; 8 tomando las ropas empeñadas, se acuestan cerca de cualquier altar, y con el vino que han quitado como multa, se emborrachan en la Casa de su Dios.
Yo, sin embargo, en atención a ustedes, destruí a los amorreos, tan altos como cedros y tan forzudos como encinas, cortándoles sus ramas y arrancándoles sus raíces.
10 Yo, también, los saqué a ustedes de Egipto y los conduje por el desierto, durante cuarenta años, para que tomaran posesión del territorio amorreo.
11 Yo, de entre tus hijos hice surgir profetas y me consagraba tus jóvenes como nazireos. ¿No es así, hijos de Israel? 12 Pero ustedes hicieron tomar vino a los nazireos, y a los profetas les prohibieron predicar.
13 Pues bien, por todo lo que han hecho, yo los voy a aplastar contra el suelo, como aplasta la tierra la pala que muele la paja. 14 No se podrá escapar el hombre rápido, ni demostrar su fuerza el forzudo, ni salvar su vida el valiente. 15 El que dispara el arco no lo podrá estirar, el rápido corredor no logrará huir, el caballero no saldrá convida, 16 y el primero entre los valientes huirá desnudo. Así lo asegura el Señor.

3

Se acerca el castigo

3 1 escuchen, israelitas, las amenazas de Yavé contra ustedes y contra todos los suyos, a quienes hizo salir de Egipto: 2 Así como yo no me di a conocer más que a ustedes entre todas las naciones de la tierra, así también los castigaré a ustedes de un modo especial por todas sus maldades.

3 ¿Emprenden, acaso, dos hombres juntos el camino, sin haberse puesto antes de acuerdo? 4 ¿No ruge el león en la selva porque ha cazado una presa? ¿No resuena en su guarida el rugido del cachorro porque tiene algo que comer? 5 ¿No cae un pajarito en la trampa porque alguien la ha armado antes? 6 ¿Se levanta del suelo una trampa antes de que haya caído algo? ¿Resuena la trompeta en una ciudad sin que se alarme toda la población? ¿Sucede alguna desgracia en un pueblo sin que venga del Señor?
7 En realidad, el Señor Yavé no hace nada sin comunicárselo antes a sus servidores, los profetas. 8 Así como nadie queda impertérrito al oír el rugido del león, así también nadie se negará a profetizar cuando escucha lo que le habla el Señor.
9 Transmítanles estas cosas a los que viven en los palacios asirios o en los palacios egipcios. Marchen junto a Samaria, situada en las montañas para que vean los desórdenes que hay en esa ciudad o los crímenes que en ella se cometen.
10 No puede ser honrada la conducta de aquellos que amontonan la rapiña y el fruto de sus salteos en sus palacios.
11 Por eso, lo afirma Yavé, el enemigo invadirá tu territorio, tu poder se irá al suelo y tus palacios serán saqueados.
12 Y agrega todavía Yavé: como el pastor salva de la boca del león dos patas o la punta de una oreja, así se salvarán los hijos de Israel que en Samaria se sienten en la espuma de un sofá, sobre cojines de Damasco.
13 Oigan, vayan a acusar a la raza de Jacob. 14 Cuando yo llegue a tomar cuentas de sus crímenes a Israel, ese día yo me lanzaré en contra de los altares de Betel: haré pedazos sus fachadas y se vendrán abajo. 15 Destruiré también las mansiones para el invierno o para el verano, desaparecerán los palacios de marfil y serán demolidas esas magníficas construcciones.

sábado, 20 de noviembre de 2010

4

4 1 Esto es para ustedes, vacas de Basán,
que viven en los cerros de Samaria;
para ustedes que oprimen a los débiles,
aplastan a los menesterosos
y dicen a sus maridos:
“Sírvannos vino para emborracharnos.”
2 El Señor Yavé jura por su santidad
que llegará el día
en que los levantarán a ustedes con arpones
y a sus hijas, con anzuelos.
3 Cada una de ustedes saldrá como pueda
por cualquier brecha abierta en la muralla
y serán empujadas hacia el Hermón.

Prepárate a enfrentarte con tu Dios

4 Vayan al santuario de Betel para pecar.
vayan al de Guilgal y pequen más todavía.
Traigan sus sacrificios cada mañana
y sus diezmos, durante los tres días.
5 Quemen, para dar gracias, panes sinlevadura,
y anuncien a los cuatro vientos sus ofrendas voluntarias,
pues eso les gusta a ustedes, hijos de Israel.

6 Yo dejé sus dientes limpios
por no tener qué masticar,
e hice que faltara el pan en todas sus ciudades;
pero ustedes no se han vuelto a Mí.

7 No les mandé la lluvia
cuando faltaban tres meses para la cosecha.
O bien hice llover sobre una ciudad
y mantuve en la otra la sequía:
unos campos se regaron con la lluvia,
pero otros, faltos de agua, se secaron-
8 La gente de dos o tres ciudades
invadieron otra ciudad en busca de agua,
sin poder con ello calmar su sed.
y ustedes, sin embargo, no volvieron a Mí.
9 Yo les mandé la tiña y la polilla
A todos sus jardines y viñedos;
y devoró la langosta sus higueras y olivos.
Con todo, ustedes no han vuelto a Mí.
10 Desencadené sobre ustedes una peste
parecida a la de Egipto;
masacré por la espada a sus jóvenes
y se llevaron a todos sus caballos;
hice que subiera hasta sus narices
la hediondez de sus muertos en combate.
y ustedes, sin embargo, no volvieron a Mí.
11 Los he estremecido
como estremecí a Sodoma y Gomorra,
y quedaron ustedes como un tizón sacado del fuego.
Sin embargo, no se han vuelto a Mí.
12 Yo te seguiré tratando peor aún, Israel,
y ya que te voy a castigar así,
prepararte a enfrentarte con tu Dios.
13 Porque es el que forma los montes y crea el viento,
el que descubre al hombre su pensamiento,
el que hace de las tinieblas aurora
Y cabalga por las alturas de la tierra.
Yavé; Dios de los Ejércitos, es su nombre.

jueves, 18 de noviembre de 2010

5

Amenazas

5 1 escuchen estas palabras que yo pronuncio contra ustedes, una lamentación por ti, Israel:

2 Ha caído la virgen de Israel, y no volverá a levantarse, postrada está en el suelo, y no hay quien la levante.

3 Porque así dice Yavé a la gente de Israel: La ciudad de la cual salían mil hombres, quedará sólo con cien, y de la que salían cien, quedará sólo con diez.
4 Así dice Yavé a la Casa de Israel;
búsquenme a mí vivirán,
5 pero no me busquen en Betel
ni vayan a Guilgal, ni pasen a Bersebá:
porque Guilgal será enviada al destierro,
Betel será reducida a la nada.
6 Busquen a Yavé y vivirán,
no sea que él se extienda como fuego
sobre la casa de José
y la consuma, sin que haya nadie
en Betel para apagarlo.
7 El formó esas figuras en los cielos,
Él cambia las tinieblas en aurora
y el día claro en noche oscura.
8 El junta las aguas del mar
y las derrama por la superficie de la tierra; pues su nombre es Yavé.
9 El trae la ruina ala fortaleza
y entrega al saqueo el recinto fortificado.

10 ¡Ay de ustedes, que transforman las leyes
en algo tan amargo como el ajenjo
y tiran por el suelo la justicia!
Ustedes odian al que defiende lo justo en el tribunal
y aborrecen al que dice la verdad.
11 Pues bien, ya que ustedes han pisoteado al pobre,
exigiéndole una parte de su cosecha,
esas casas de piedras canteadas que edifican,
no las van a ocupar,
y de esas cepas escogidas que ahora plantan
no probarán el vino.
12 Pues yo sé que son muchos sus crímenes
y enormes sus pecados,
opresores de la gente buena,
que exigen dinero anticipado
y hacen perder su juicio al pobre en los tribunales.
13 Por esto, el hombre prudente tiene que callarse,
pues estamos pasando días infelices.

El día de Yavé será tinieblas

14 Busquen el bien y no el mal si quieren vivir,
para que así Yavé esté con ustedes,
como tanto lo repiten.
15 Aborrezcan elmal y amen el bien,
impongan la justicia en sus tribunales,
y quizá Yavé Sabaot se apiade del resto de José.
16 Por eso, así habla Yavé,
el Dios de los Ejércitos, el señor;
habrá lamentaciones enlas plazas
y gritos de dolor en todas las calles.
Estarán de duelo los campesinos
y contratarán lloronas como para un velorio.
17 Pues habrá llantos en todas las viñas
cuando yo pase en medio de ti.
18 ¡Ay de aquellos que suspiran por el día
en que vendrá Yavé!
¿Cómo será ese día para ustedes?
Será un día de tinieblas, no de luz.
19 Será como un hombre que huye
del león y se topa con un oso,
o como el que al entrar en la casa
apoya su mano en la pared
y lo muerde una culebra.
20 El día de Yavé será tinieblas y no luz,
será un día sombrío, sin el menor destello.
21 Yo odio y aborrezco sus fiestas
y no me agradan sus reuniones.
22 No me gustan sus ofrendas
ni las víctimas consumidas por el fuego;
ni me llaman la atención sus sacrificios.
23 Váyanse lejos con el barullo de sus cantos,
no me molesten con la música de sus arpas.
24 Quiero que la justicia
sea tan corriente como el agua,
y que la honradez crezca como un torrente inagotable.

25 ¿Acaso me ofrecieron ustedes
sacrificios y ofrendas en el desierto,
durante esos cuarenta años?
26 Más bien llevaban a Sicut, su rey,
y a Quévan, su dios,
cuyas estatuas se habían ustedes fabricado.
27 Por todo eso, pues, los desterraré a ustedes a un lugar más allá de Damasco,
dice el Señor, Dios de los Ejércitos.

6

6 1 ¡Ay de ustedes que viven tranquilos en Sión
y de ustedes que se sienten seguros en Samaria!
Ustedes, los primeros de la más importante de las naciones,
y a quienes acude todo el mundo en Israel.
2 Pasen a la ciudad de Calne y vean,
vayan de allí a Jamat la grande
y bajen después a Gat de los filisteos.
¿Valen ustedes más que esos reinos,
o es su territorio más grande que el de ellos?
3 Ustedes piensan alejar el día de su desgracia,
pero, en realidad, apresuran la venida del opresor.
4 Tendidos en camas de marfil
o arrellanados sobre sus sofás,
comen corderitos del rebaño
y terneros sacados del establo,
5 canturrean al son del arpa
y como David, improvisan canciones.
6 Beben vino en grandes copas,
con aceite exquisito se perfuman,
pero no se afligen por el desastre de mi pueblo.
7 Por eso ustedes serán, ahora, los primeros en partir al destierro,
y así se terminará con ese montón de ociosos.
8 Juro por mí mismo, dice el Señor Yavé, el Dios de los Ejércitos;
Yo aborrezco el lujo insolente de Jacob y detesto sus palacios;
por eso entregaré en manos del enemigo
la ciudad con todos sus habitantes.
9 Si diez hombres quedan en una misma casa, morirán;
escaparán sólo algunos pocos para sacar los huesos de las casas;
10 y si a uno que está al fondo le preguntan: Oye, ¿queda algo por allá?,
11 éste dirá: No hay nada;
y el que le preguntó le dirá: “Cállate,
pues no queda nadie para invocar el Nombre del Señor.”
12 Porque esto es lo que decretó Yavé:
El reducirá a escombros la gran mansión
y a un montón de ruinas, la pequeña.
13 ¿Galopan por las rocas los caballos o se ara el mar con bueyes,
para que ustedes cambien en veneno el derecho
o en ajenjo las sentencias del tribunal?
14 Ustedes se ufanan por una cosa de nada
y andan diciendo que gracias a su esfuerzo
se han hecho ahora imbatibles.
15 Pues bien, yo voy a lanzar contra ustedes
israelitas, dice el Señor del Cielo,
una nación que los oprimirá,
desde la entrada de Jamat,
hasta el torrente de la Arabá.
palabra de Yavé, Dios Sabaot.”

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Las cinco visiones

7 1 Esto fue lo que me mostró el Señor Yavé: Cuando estaba brotando de nuevo el pasto, después del corte para el rey, el Señor dejó caer mangas de langostas, 2 que se pusieron a pelar los campos. Entonces intervine y dije: “Por favor, Señor Yavé, ten misericordia. Pues, ¿qué será de Jacob que es tan pequeño?” 3 Yavé se arrepintió y me dijo: “Esto no va a pasar.” 4 Enseguida, el Señor me mostró otra cosa: El Señor mandaba como castigo una ola de calor que secaba los manantiales y marchitaba los campos.
5 Entonces exclamé: “Por favor, detente, Señor Yavé. Pues, ¿cómo se salvará Jacob que es tan pequeño?” 6 Yavé se detuvo, manifestando que no pasaría nada.
7 Por tercera vez, el Señor me mostró otro espectáculo: Un hombre estaba de pie al lado de un muro, con un nivel de plomo en la mano. 8 Y como Yavé me preguntará qué veía yo, le respondí que un nivel de plomo. Entonces el Señor prosiguió: “Voy a ver si está desplomado o no Israel, pues ya no lo apuntalaré más. 9 Los altos lugares sagrados de Isaac serán demolidos, los santuarios de Israel destruidos, y Yo me lanzaré, espada en mano, contra la familia de Jeroboam.”

Conflicto con el sacerdote Amasías

10 Entonces Amasías, sacerdote de Betel, le mandó este recado a Jeroboam, rey de Israel: “Amós está conspirando contra ti en pleno centro de Israel. No hay que permitirle que siga hablando, 11 pues dice que a ti te matarán a espada y que Israel será llevado al desierto, lejos de su patria.” 12 Luego Amasías fue a decirle a Amós: “Sal de aquí, visionario, ándate a Judá, gánate allá la vida dándotelas de profeta. 13 Pero no profetices más aquí en Betel, que es un santuario real, un templo nacional.”
14 Amós le replicó: “Yo no soy profeta ni uno de los hermanos profetas, soy simplemente un hombre que tiene sus vaquitas y unas cuantas higueras. 15 Yavé es quien me sacó de detrás de las ovejas y me dijo: 16 Pues bien, escucha, tú que dices: ¡Basta de profecías contra Israel; deja de insultar a la raza de Isaac! Escucha este recado que Yavé te manda: 17 “Un día, tu esposa se prostituirá en plena calle, tus hijos e hijas morirán en la guerra. Los vencedores se repartirán tus bienes, tú mismo morirás en tierra extranjera, e Israel será llevado lejos de su país.”