LA BIBLIA - INTRODUCCIÓN

La Biblia no ha caído del cielo. Aquí están libros que no se proclamaron desde las nubes, con algún parlante celestial, sino que se reunieron pacientemente a lo largo de siglos en el seno del Pueblo de Dios, gracias a la fe de sus minorías más conscientes.

Durante unos 18 siglos, desde Abraham hasta Jesús, el pueblo de Israel descubrió, cada vez con mayor lucidez, que el Dios Único se había ligado a él. Las experiencias de la comunidad nacional, los llamados de esos hombres, llamados profetas, que hablaban de parte de Dios, las inquietudes que se desarrollaban entre los creyentes: todo esto pasó de una que otra manera a esos libros. Y fueron los responsables religiosos de Israel los que recibieron, escogieron y acreditaron estos libros, integrándolos al Libro Sagrado.

Así se formó el Antiguo Testamento de la Biblia.Testamento se refiere a que estos libros era como la herencia más preciosa entregada por Dios a su pueblo escogido.

Después de tantas experiencias, llegó para el pueblo de Israel un tiempo de crisis en que Dios quiso llevarlos de una vez a la madurez de la fe. Para eso vino Jesús. Con él se llevó a cabo la experiencia más trascendental de toda la historia. Jesús, sus esfuerzos para salvar al pueblo judío de una destrucción inminente, su rechazo, su muerte y, luego, su Resurrección: ésta fue la última palabra de Dios.

La trayectoria de Jesús originó la predicación de la Iglesia y los libros que en ella se escribieron. Aquellos libros que fueron aprobados por los responsables de la Iglesia pasaron a integrar el Nuevo Testamento.

El Nuevo Testamento comprende:

LOS CUATRO EVANGELIOS. La palabra Evangelio significa la Buena Nueva. Esos son los libros en que los apóstoles de Jesús escribieron lo que habían visto y aprendido de él.

Luego viene el libro de los HECHOS DE LOS APÓSTOLES, escrito por Lucas, el mismo que escribió el Tercer Evangelio.

Luego vienen más de veinte CARTAS que los apóstoles dirigieron a las primeras comunidades cristianas.

El Antiguo Testamento comprende:

Los LIBROS HISTÓRICOS. Aquí vemos la actuación de Dios para liberar a un pueblo que quier hacer que sea su pueblo. Lo vemos educar a ese pueblo y dar un sentido a su historia nacional. En estos libros se destacan:

El Génesis. El Exodo. El Deuteronomio. Los libros de Samuel.

LOS LIBROS PROFETICOS. Dios interviene en la historia por medio de sus profetas, encargados de transmitir su palabra.

LOS LIBROS DE SABIDURÍA destacan la importancia de la educación y del esfuerzo del individuo para llegar a ser un hombre responsable y un creyente.

Ediciones Paulinas - Verbo Divino

viernes, 29 de enero de 2010

LA CARTA A LOS GÁLATAS

Todos pretendemos ser libres. Pero, ¿qué es ser libre? Los hombres libres son aquellos que, puestos ante cualquier decisión, no consultan su propio interés, sino que se guían por un llamado más profundo del Espíritu de Dios, el cual nos invita a superarnos constantemente. Todo cristiano debería ser un “inspirado” en este sentido. Sin embargo, dos desviaciones amenazan la “libertad que Cristo nos dio”
- Por una parte, dejamos que se apague el entusiasmo que nos vino al conocer a Cristo, cuando nos sentíamos capaces de cualquier cosa por él. Y vamos amoldando nuestra vida con prácticas que no pueden suplir la falta de fe y amor verdadero.
- También puede suceder que nos dejemos impresionar demasiado por ejemplos de otro tiempo o de otros ambientes. Y vamos copiando modelos de vida cristiana que no corresponden a lo que Dios espera de nosotros, y con esto no vamos a Cristo, con todo lo que somos y con todos nuestros valores.

Todo esto se transparenta en la Carta a los Gálatas. Estos paganos convertidos por Pablo escucharon luego a judíos que se creían discípulos de Cristo, pero que no habían entendido el Evangelio. Y éstos les decían: “La fe en Cristo, ¡qué cosa tan bonita! Pero, más cuenta ante Dios el que uno cumpla todas las leyes y costumbres religiosas. Y, además, sabiendo que Jesús era de raza judía, les conviene adoptar las maneras de vivir, de pensar y de rezar de los judíos.”
Pablo, pues, escribió esta carta muy violenta. “
Si ustedes conocen a Jesús crucificado y se dejan guiar por su Espíritu, ¿qué más les falta?
¿Quiénes eran los Gálatas? Este término impreciso apunta a lo mejor a las comunidades de Pisidia y de Galacia cuya evangelización relatan Hechos 13,22 – 14,25 y 16,1-6

1 1 Pablo, apóstol
enviado no por los hombres, ni por intermedio de hombres,
sino por Cristo Jesús y por Dios padre
que lo resucitó de entre los muertos,
a las Iglesias de Galacia.

2 Yo y todos los hermanos que están conmigo
pedimos por ustedes: 3 Reciban gracia y paz,
de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor.

4 El cual se entregó por nuestros pecados,
para arrancarnos de este perverso mundo,
cumpliendo así la voluntad de Dios nuestro Padre.
5 Gloria a él por los siglos de los siglos. Amén

No hay otro Evangelio

6 Me extraña que tan pronto hayan abandonado a Dios que, según la gracia de Cristo, los llamó para seguir otro Evangelio. 7 No es que haya otro, sino que ciertas personas han sembrado la confusión entre ustedes y quieren dar la vuelta al Evangelio de Cristo.
8 Pero, aunque viniéramos nosotros o viniera algún ángel del cielo para anunciarles el Evangelio de otra manera que lo hemos anunciado, ¡sea maldito! 9 Ya se lo dijimos antes, pero ahora lo repito: si alguien viene con un evangelio que no es lo que ustedes han recibido ¡sea maldito! 10 Comprueben ahora si trato de conciliarme con los hombres o si más bien obedezco a Dios. ¿Creen que busco agradar a los hombres? Si todavía buscara yo agradar a los hombres, ya no sería siervo de Cristo.


Pablo enseña lo que recibió de Dios

11 Pero sepan, hermanos, que el Evangelio que les prediqué no es doctrina de hombres, 12 y tampoco lo recibí o lo aprendí de un hombre, sino por una revelación de Cristo Jesús. 13 Seguramente ustedes han oído cómo me portaba antes, cuando pertenecía a la comunidad judía, ustedes saben con qué furor perseguía a la Iglesia de Dios y cómo la arrasaba. 14 Pues estaba más apegado a la religión judía que muchos compatriotas de mi edad y defendía con más fanatismo, las tradiciones de mis padres.

15 Hasta que me llamó por su mucho amor el que me había elegido desde el seno de mi madre, 16 y le gustó revelar en mí a su Hijo, para que lo anunciara entre los pueblos paganos. En ese momento no tomé consejos de nadie, 17 ni subí a Jerusalén para ver a los apóstoles anteriores a mí. Más bien me fui de inmediato a Arabia, de donde volví después a Damasco. 18 Luego, pasados tres años, subí a Jerusalén para entrevistarme con Pedro, y con él permanecer quince días. 19 pero no vi a ningún otro apóstol, sino a Santiago, hermano del Señor. 20 Todo esto se lo digo delante de Dios; él sabe que no son mentiras.

21 Después pasé a las regiones de Siria y Cilicia, 22 de manera que las Iglesias de Cristo en Judea no me conocían personalmente. 23 Solamente habían oído decir de mí: “El que, en otro tiempo, nos perseguía, ahora anuncia la fe que trataba de destruir” 24 Y glorificaban a Dios por mí.

2

Pablo está con los apóstoles

2 1 Después de catorce años, subí de nuevo a Jerusalén con Bernabé, llevando a Tito con nosotros. 2 Yo fui, siguiendo una revelación, para exponerles el evangelio que anuncio a los paganos; también lo conversé con los dirigentes en una reunión privada, no sea que trabajara o hubiera trabajado inútilmente. 3 Pero no impusieron la circuncisión, ni siquiera a Tito, que es griego, y que estaba conmigo. 4 Y esto, a pesar de los falsos hermanos intrusos, que se habían introducido para espiarnos y ver cómo vivimos la libertad que Cristo nos ha dado. 5 Ellos querían someternos a la esclavitud de la Ley, pero nos negamos a ceder, aunque fuera por un momento, porque, de otra manera, ustedes habrían perdido la verdad del Evangelio.
6 Los otros, que no me dieron nuevas instrucciones, eran los dirigentes de más consideración (lo que hayan sido antes no me importa, pues Dios no se fija en la condición de las personas). 7 Reconocieron que a mí me había sido encargada la evangelización de los pueblos paganos, como a Pedro le fue encargada la de los judíos. 8 Pues, de la misma manera que Dios hizo de Pedro el apóstol de los judíos, hizo de mí el apóstol de los paganos.
9 Santiago, Pedro y Juan reconocieron las gracias que Dios me concedió. Esos hombres, que pasan por los pilares de la Iglesia, nos estrecharon la mano a mí y a Bernabé, en señal de comunión: nosotros iríamos donde los paganos, 10 y ellos, donde los judíos. Solamente nos invitaron a tener presente la pobreza de los hermanos de Jerusalén, lo cual he tenido cuidado en cumplir.


El conflicto con Pedro

11 Cuando más tarde vino Kefas (Pedro, ver Jn 1,42) a Antioquía, le hice frente en circunstancias en que su conducta fue reprensible. 12 en efecto, antes de que vinieran algunos allegados de Santiago, comía con la gente no judía. Pero, después que llegaron, empezó a apartarse y ya no se mezcla con ellos, por temor a lo que pensarían los judíos. 13 Los demás de raza judía lo imitaron en su disimulación y aun llevaron a Bernabé a disimular con ellos. 14 Cuando yo vi que no andaban derecho según la verdad del Evangelio, le dije a Kefas delante de todos: “Si tú, que eres judío, aceptas vivir a la manera de los demás pueblos, dejando las costumbres de los judíos, ¿por qué, ahora, obligas a los paganos que adopten las maneras de vivir de los judíos?."
15 Nosotros somos judíos de nacimiento, no somos de esos pueblos pecadores. 16 Sin embargo, sabemos que el hombre no llega a ser justo por la observancia de la Ley; sino por su fe en Cristo Jesús. Por eso hemos creído en Cristo Jesús, para ser gratos a Dios mediante la fe en Cristo Jesús, y no con las prácticas de la Ley. El cumplimiento de la Ley no hará nunca de un mortal un amigo de Dios.
17 Nosotros, pues, fuimos a Cristo para ser gratos a Dios, si en esto cometimos algún pecado, Cristo pasa a ser quien nos llevó a pecar ¡esto no puede ser! 18 Pero ¿qué están haciendo? Si echamos abajo las obligaciones y luego las restablecemos, ¿qué hacemos sino condenarnos a nosotros mismos?
19 Por mi parte, siguiendo la Ley, llegué a ser un muerto para la Ley a fin de vivir para Dios. Estoy crucificado con Cristo, 20 y ahora no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Todo lo que vivo en lo humano se hace vida mía por la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí. 21 En cambio, dedicarme al cumplimiento de la Ley sería despreciar el don de Dios: sería como decir que Cristo murió inútilmente.

3

Somos salvados por la fe

3 1 ¡Qué tontos son ustedes, gálatas! ¿Cómo se han dejado hipnotizar, después que se les presentó a Cristo Jesús crucificado, como si lo vieran?
2 Les preguntaré esto nada más: ustedes, ¿recibieron el Espíritu por la práctica de la Ley, o por escuchar a la fe? 3 ¿Cómo puede uno ser tan tonto; empezar por el espíritu y terminar por la carne? 4 ¡Haber probado inútilmente favores tan grandes! ¡Ojalá no fuera más que inútilmente! 5 Cuando Dios reparte el espíritu y obra milagros entre ustedes ¿lo hace porque observaron la Ley o porque creyeron en su mensaje?
6 Acuérdense de Abraham. Creyó a Dios, el que se lo tomó en cuenta para considerarlo justo.
7 Entiendan, pues, que quienes toman el camino de la fe, éstos son hijos de Abraham.
8 Ya sabía de la Escritura que por el camino de la fe Dios comunicaría la justicia todas las naciones. Por eso Abraham recibió la promesa siguiente: En ti serán bendecidas todas las naciones. 9 De modo que los que toman el camino de la fe reciben la bendición junto con el creyente Abraham. 10 Al contrario, pesa una maldición sobre los que quieren practicar la Ley, pues está escrito:
Maldito sea el que no cumple siempre todo lo que está escrito en la Ley.
11 Por el camino de la Ley, nadie llega a ser justo a los ojos de Dios, pues está escrito: El justo vivirá por la fe, 12 y la Ley no da lugar a la fe, pues según ella: El que cumple los mandamientos tendrá vida por medio de ellos.
13 Pero Cristo nos rescató de la maldición de la Ley, haciéndose él mismo maldición por nosotros, pues está escrito: Maldito todo aquel que está colgado de un palo. 14 A raíz de las naciones paganas (estaba en Cristo), y, por la fe, recibimos el Espíritu prometido.

Comparación de Sara y Agar

15 Hermanos, tomemos una comparación. Cuando alguien ha hecho su testamento en debida forma, nadie puede anularlo ni agregarle algo.
16 Ahora bien, lo que Dios prometió a Abraham era para su descendencia. La Escritura no dice: Para los descendientes, como si hubiera varios, sino que habla en singular. Ella dice:
Serán para tu descendencia, y ésta es Cristo. 17 Ahora digo lo siguiente: El testamento que Dios hizo en debida forma, no lo puede anula la Ley, que vino 430 años después, ni pudo dejar sin efecto la promesa de Dios.
18 Pero, si tenemos que observar una Ley para conseguir la herencia, ésta ya no tiene carácter de cosa prometida. Sin embargo, Abraham recibió esta promesa como un regalo de Dios.
19 Entonces, ¿qué pensar de la Ley? Vino a consecuencia del pecado. Pero entendamos que fue agregada a las promesas, que no valía sino hasta que llegara esa descendencia de que habla la promesa, y que fueron ángeles que la concertaron, haciendo de mediador Moisés 20 (no se hablaría de un mediador si hubiera una sola parte, y Dios es uno solo).
21 La Ley, entonces, ¿puede rivalizar con las promesas de Dios? En absoluto. Si se hubiera dado una ley capaz de dar la vida, la santidad resultaría de la Ley, 22 pero, de hecho, la ley escrita lo encerró todo bajo el pecado, para que el cumplimiento de las promesas fuera en los creyentes el fruto de su fe en Cristo Jesús.

Ahora somos hijos de Dios

23 Como no habían llegado los tiempos de la fe, la Ley nos guardaba en espera de la fe que se iba a revelar. 24 Para nosotros, ella fue la sirvienta que lleva al niño a su maestro: nos conducía a Cristo para que, al creer en él, fuéramos justos y santos por esa fe; 25 pero al llegar la fe, esa sirvienta no tiene ya autoridad sobre nosotros.
26 Por la fe en Cristo Jesús, todos ustedes son hijos de Dios. 27 Todos ustedes, al ser bautizados en Cristo se revistieron de Cristo. 28 Ya no hay diferencia entre quien es judío y quien griego, entre quien es esclavo y quien hombre libre; no se hace diferencia entre hombre y mujer. Pues todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús. 29 Y, por ser de Cristo, son la descendencia de Abraham; ustedes son los herederos en los que se cumplen las promesas de Dios.

4

4 1 Pero, escúchenme: En una casa, el hijo ya es dueño de todo, pero mientras es niño, en nada se diferencia del esclavo. 2 Está sometido a quienes lo cuidan y se encargan de sus asuntos hasta la fecha fijada por su padre. 3 Lo mismo nosotros pasamos por una etapa de niñez y estuvimos sometidos a las fuerzas y principios que rigen al mundo. 4 Pero, cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, el cual nació de mujer y fue sometido a la Ley, 5 con el fin de rescatar a los que estaban sometidos a la Ley, para que así llegáramos a ser hijos adoptivos de Dios. 6 Ustedes ahora son hijos; por esta razón Dios mandó a nuestros corazones el Espíritu de su propio Hijo que clama al Padre: ¡Abba! O sea: ¡Papito!
7 Así, pues, ya no eres esclavo, sino hijo, y tuya es la herencia por gracia de Dios.
8 En otros tiempos no conocían a Dios, y sirvieron a los que no son dioses. 9 Pero ahora que ustedes conocieron a Dios, o más bien, que él los ha conocido, ¿cómo pueden volver a cosas y principios miserables y sin fuerza? ¿Otra vez quieren someterse a ellos? 10 Ya que vuelven a observar días y meses y tiempos y años. 11 Me hacen temer que me haya fatigado inútilmente.


¿Por qué han vuelto atrás?

12 Les ruego, hermanos: imítenme a mi, como yo me hice semejante a ustedes. No me han ofendido en nada. 13 Recuerden que yo estaba enfermo cuando por primera vez les anuncié el Evangelio. 14 Mis pruebas eran como para probarlos a ustedes, pero no me despreciaron ni me rechazaron, sino que me acogieron como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús.
15 ¿Cómo se perdió la alegría de ese tiempo? Pues reconozco que, si hubieran podido, se habrían sacado los ojos para dármelos. 16 Pero ahora, ¿soy enemigo porque les he dicho la verdad?
17 Esa gente que les demuestra interés no es sincera: quieren que ustedes se interesen por ellos, y, por eso, los quieren separar de mí. 18 Ojalá se les demostrara un interés sincero en todo momento, y no solamente el mío cuando estoy.
19 ¡Hijos míos!, de nuevo sufro los dolores del alumbramiento hasta que Cristo se forme en ustedes. 20 Cuánto desearía estar ahora con ustedes para adaptar mi lenguaje, porque ya no sé cómo hablarles.

21 Díganme, ustedes, que quieren estar otra vez bajo la Ley, ¿saben lo que dice la Ley? 22 Dice que Abraham tuvo dos hijos, uno con una mujer esclava, el otro de la mujer libre, su esposa. 23 El hijo de la esclava nació como cualquier humano; en cambio, el hijo de la mujer libre nació para que se cumpliera una promesa de Dios.
24 Estas dos mujeres representan las dos Alianzas. La primera es la del monte Sinaí, que da a luz esclavos, es la que representa Agar, la mujer esclava (pues el monte Sinaí está en Arabia, el país de Agar). 25 Esta Alianza corresponde a la ciudad de Jerusalén, que es esclava, ella y sus hijos.
26 En cambio, la Jerusalén de arriba es libre y es nuestra madre. 27 Y la Escritura dice al respecto:
Alégrate, mujer estéril y sin hijos, estalla en gritos de alegría, tú que no conoces los dolores del parto, porque muchos serán los hijos de la madre abandonada, más numerosos que los hijos de la que tiene esposo.
28 Hermanos, ustedes, como Isaac, son hijos dela promesa. 29 Pero, ya en ese tiempo, el hijo según la carne perseguía a Isaac, hijo según el espíritu. Lo mismo pasa ahora. 30 Y ¿qué dice la Escritura?: Echa a la esclava y a su hijo, porque el hijo de la esclava no puede compartir la herencia junto al hijo de la mujer libre. 31 Hermanos, nosotros no somos hijos de una eslava, sino de la mujer libre.

5

5 1 Cristo nos liberó para que fuéramos realmente libres. Por eso, manténgase firmes y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud. 2 Yo, Pablo, se lo digo: Si se hacen circuncidar, ya Cristo no les servirá de nada. 3 Nuevamente le declaro a cualquiera que se haga circuncidar: estás ahora obligado a practicar toda la Ley. 4 en cuanto pretenden hacerse justos con las observancias de la Ley, ustedes de desligan de Cristo y se apartan de la gracia. 5 Pues a nosotros, el espíritu nos comunica esta esperanza de que seremos justos y santos por la fe. 6 En Cristo Jesús no tiene importancia haber recibido o no la circuncisión; lo que sí importa, es tener la fe que actúa mediante el amor
7 Ustedes habían empezado bien su carrera, ¿quién, pues, les cortó el camino? ¿Por qué dejaron de obedecer a la verdad? 8 Esto no fue para obedecer a Dios que los llama, 9 y no es mucha la levadura, pero podría contaminar toda la masa. 10 Personalmente estoy convencido que ustedes no van a cambiar su fe, pero el que los perturba, sea quien sea, recibirá su castigo.
11 En cuanto a mí, hermanos, si todavía predicara la circuncisión, ¿seguiría siendo perseguido? Pero eso sería como eliminar el escándalo de la cruz. 12 Ojalá que llegaran hasta mutilarse esos que los perturban.

La verdadera libertad

13 Ustedes, hermanos, fueron llamados para gozar la libertad; no hablo de esa libertad que encubre los deseos de la carne; más bien, háganse esclavos unos de otros por amor. 14 Pues la Ley entera está en una sola frase: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 15 Pero, si se muerden y se devoran unos otros, ¡cuidado!, que llegarán a perderse todos.
16 Por eso les digo: anden según el Espíritu y no llevarán a efecto los deseos de la carne. 17 Pues los deseos de la carne están contra el Espíritu y los deseos del Espíritu están contra la carne. Los dos se oponen uno a otro, de suerte que ustedes no pueden obrar como quisieran. 18 Pero, si los conduce el espíritu, ya no están sometidos a la Ley.
19 es fácil ver lo que viene de la carne: libertad sexual, impurezas y desvergüenzas; 20 culto de los ídolos y magia; odios, celos y violencias; furores, ambiciones, divisiones, sectarismo, desavenencias y envidias; 21 borracheras, orgías y cosas semejantes. Les vuelvo a declarar lo que ya les he dicho: los que hacen estas cosas no heredarán el Reino de Dios.
22 En cambio, el fruto del Espíritu es: caridad, alegría y paz; paciencia, comprensión de los demás, bondad y fidelidad; 23 mansedumbre y dominio de sí mismo. Ahí no hay condenación ni Ley, 24 pues los que pertenecen a Cristo Jesús tienen crucificada la carne con sus vicios y sus deseos.
25 Si vivimos por el Espíritu, dejémonos conducir por el Espíritu. 26 No busquemos la vanagloria; que no haya entre nosotros provocaciones ni rivalidades.

6

Varios consejos

6 1 Hermanos, en el caso de que alguien caiga en alguna falta, ustedes, que son espirituales, enderécenlo con espíritu de bondad. Cuídate: tú también puedes ser tentado. 2 Ayúdense mutuamente a llevar sus cargas y así cumplirá la Ley de Cristo. 3 Si uno se considera algo, siendo que no es nada, se engaña. 4 Que cada uno examine su propia conducta y no se alabará frente a otro, sino que se pondrá celoso de su propio provecho. 5 Cada uno tendrá que responder de sus propias obras.
6 El que recibe la enseñanza de la Palabra debe compartir todo lo que tiene con el que lo instruye.
7 No se engañen; nadie se burla de Dios. Se cosechará de lo que se siembra. El que siembra para la carne, cosechará de la carne corrupción y muerte. 8 El que siembra para el espíritu, cosechará del Espíritu la vida eterna. 9 Hagamos el bien sin desanimarnos; al debido tiempo cosecharemos, con tal de que seamos constantes. 10 Por eso, mientras es tiempo, hagamos el bien a todos, y especialmente a nuestros hermanos en la fe.


Estoy crucificado con Cristo.

11 Miren con qué letras tan grandes les estoy escribiendo ahora con mi propia mano.
12 Los que quieren imponerles la circuncisión se preocupan, antes que nada, de sobresalir; no quieren ser perseguidos por la cruz de Cristo. 13 No por estar circuncidados observan la Ley, pero se sentirían orgullosos de que ustedes hayan cumplido materialmente con este rito. 14 Por mí, no quiero sentirme orgulloso de nada, sino de la cruz de Cristo Jesús, nuestro Señor. Por él el mundo ha sido crucificado para mí, y yo, para el mundo.
15 No hagamos ya distinción entre pueblo de la circuncisión y mundo pagano, porque empezó una nueva creación. 16 Los que viven según esta regla, que tengan la paz y la misericordia, junto al Israel de Dios.
17 Que nadie, pues, me venga a molestar. Yo, por mi parte, llevo en mi cuerpo las señales de Jesús.
18 Hermanos, que la gracia de Cristo Jesús nuestro Señor esté con ustedes. Amén.

LA CARTA A LOS EFESIOS

El tiempo actual se caracteriza por intentos siempre más concertado de los hombres para reunirse, y al mismo tiempo, por la división del mundo en grandes grupos que rivalizan entre sí. Y se enfrentan precisamente porque no pudiendo escapar de la necesidad de caminar hacia la unidad, tienen, sin embargo, conceptos diferentes de la meta final. ¿de dónde viene el mundo? ¿A dónde va la humanidad?
Nosotros también fracasamos en nuestra vida cristiana muchas veces, porque dudamos y no vemos claramente el plan de Dios sobre el mundo.
Pablo, preso en roma, liberado ya de las discusiones y contiendas con los judíos, tuvo interrogantes. Viviendo en esta capital del occidente, pudo escuchar y juzgar las doctrinas venidas de todas partes del mundo, y madurar su propia fe. El mismo nos dice que debe a una revelación de Dios esta visión tan clara del plan divino que nos va a exponer: Dios, el Hombre, el Mundo.
El mundo ha sido creado para los hombres, para ser una sola familia en Cristo. “En Cristo”, ¡qué expresión tan extraña! Pablo la repite más de cien veces. Es que los hombres se reunirán, no por estar en un mismo lugar o por someterse a una misma autoridad, sino por encontrarse en una misma persona capaz de abrazarlos a todos en su amor desbordante; y ése es Cristo, el Hijo Único, que reúne en él a todos sus hermanos de adopción.
Cristo está actuando en el mundo dividido de hoy; es cierto que algún día reunirá a los hombres después de encaminados hacia la ciudadanía mundial.
¿Cuál fue el motivo de escribir la presente carta? Estando Pablo en roma, por el año 68, supo que las Iglesias de la provincia de Efeso se dejaban perturbar por predicadores de origen judío, que pasaban como muy extendidos en materias religiosas, se preocupaban mucho de los ángeles que administran el mundo y hablaban bien poco de Cristo. Entonces, Pablo escribió una carta a los colosenses, y otra a las comunidades cercanas a Efeso, la presente carta
“a los Efesios”. Según su costumbre, prefirió afianzar las bases de la fe, en vez de rebatir los errores uno tras otro. Con esto nos dejó unas magníficas páginas.

1 1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios,
A los santos que están en Efeso.
a todos ustedes que creen en Cristo:
2 reciban gracia y paz de Dios, nuestro Padre,
y de Jesús, el Señor.

3 ¡Bendito sea Dios, Padre de Cristo Jesús nuestro Señor,
que nos bendijo desde el cielo, en Cristo,
con toda clase de bendiciones espirituales!
4 En Cristo, Dios nos eligió desde antes de la creación del mundo,
para andar en el amor y estar en su presencia sin culpa ni mancha.

5 Determinó desde la eternidad
que nosotros fuéramos sus hijos adoptivos por medio de Cristo Jesús.
Eso es lo que quiso y más le gustó,
6 para que se alabe su Gloria, por esa gracia suya
que nos manifiesta en el Bien amado.

7 Pues en Cristo, la sangre que derramó paga nuestra libertad
y nos merece el perdón de los pecados.
8 En esto se ve la inmensidad de su Gracia,
que él nos concedió
con toda sabiduría e inteligencia.

9 Y ahora, Dios nos da a conocer este proyecto misterioso,
está libre decisión que tomó desde antes,
para ponerlo en ejecución cuando llegara la plenitud de los tiempos.
Todas las cosas han de reunirse bajo una sola cabeza, Cristo
tanto los seres celestiales como los terrenales.

11 En Cristo, Dios nos apartó,
a los que estábamos esperando al Mesías.
12 El que dispone de todas las cosas como quiere,
nos eligió para ser su pueblo,
para alabanza de su Gloria.

13 Ustedes también, al escuchar la Palabra de la Verdad,
el Evangelio que los salva,
creyeron en él,
quedando sellados con el Espíritu Santo prometido,
14 el cual es el anticipo de nuestra herencia.
Así va liberando al pueblo que hizo suyo,
con el fin de que sea alabada su Gloria.

Colocó todo bajo los pies de Cristo

15 He tenido conocimiento de la fe de ustedes y de su cariño con todos los creyentes, 16 por lo que no dejo de dar gracias a Dios, y de recordarlos en mis oraciones. 17 Que el Dios de Cristo Jesús nuestro Señor, el Padre de la Gloria, se manifieste a ustedes, dándoles un espíritu de sabiduría, para que lo puedan conoce, 18 Que les ilumine la mirada interior, para que vean lo que esperamos a raíz del llamado de Dios; y entienda qué grande y deslumbrante es la herencia que Dios reserva a sus santos; 19 y comprendan con qué extraordinaria fuerza actúa El a favor de los que hemos creído.
20 Esta fuerza se ha manifestado en Cristo, cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su lado, en los cielos, 21 mucho más arriba que todo Poder, Autoridad, Dominio, o cualquier otra Fuerza Sobrenatural que se pueda menciona, no sólo en este mundo, sino también en el mundo futuro.
22 Dios, pues, colocó todo bajo los pies de Cristo para que, estando más arria que todo, fuera cabeza de la Iglesia, la cual es su cuerpo. 23 El, que llena todo en todos, despliega en ella su plenitud.

2

Por gracia han sido salvados

2 1 Ustedes estaban muertos por las faltas y los pecados en que andaban. 2 Se conformaban a este mundo y seguían al Soberano que reina entre cielo y tierra y que sigue actuando en aquellos que se resisten a la fe. 3 Todos nosotros fuimos de aquéllos y nos dejamos llevar por las codicias humanas, obedecimos a los deseos de nuestra naturaleza y consentimos sus proyectos. Por naturaleza éramos merecedores de castigo, igual que los demás.
4 Pero Dios, que es rico en misericordia, nos manifestó su inmenso amor, 5 y a los que estábamos muertos por nuestras faltas, nos dio vida con Cristo. ¡Por gracia han sido salvados! 6 Y nos resucitó con Cristo para sentarnos con él en los cielos.
7 Al demostrarnos tanta bondad en Cristo Jesús, Dios quiso manifestar en los siglos venideros la extraordinaria riqueza de su gracia. 8 Pues, por gracia de Dios han sido salvados, por medio de la fe. Ustedes no tienen mérito en este asunto: es un don de Dios; 9 y no tienen por qué sentirse orgullosos, porque no lo consiguieron con sus obras. 10 Lo que somos es obra de Dios; él nos ha creado en Cristo Jesús, con miras a las buenas obras que dispuso desde antes, para que nos ocupáramos en ellas.


Cristo es nuestra paz

11 Ustedes que nacieron de pueblos paganos, acuérdense. Los judíos llamados circuncisos por estar marcados en su carne de mano de hombres, los llamaban a ustedes incircuncisos. 12 En ese tiempo estaban sin Mesías, no tenían parte en el pueblo de Israel; no les correspondían las alianzas de Dios ni sus promesas, no tenían ni esperanza ni Dios en este mundo. 13 Pero ahora, en Cristo Jesús y por su sangre, ustedes que estaban lejos, han venido a estar cerca.
14 Porque Cristo es nuestra paz, él que de los dos pueblos ha hecho uno solo, destruyendo en su propia carne el muro, el odio, que los separaba. 15 Eliminó la Ley con sus preceptos y sus observancias. Hizo la paz al reunir los dos pueblos en él, creando de los dos un solo Hombre Nuevo. 16 Destruyó el odio y los reconcilió con Dios, por medio de la cruz, haciendo de los dos un solo cuerpo.
17 Vino como evangelizador de la Paz, paz para ustedes que estaban lejos, para los judíos que estaban cerca. 18 Por él, en efecto, llegamos al Padre, los dos pueblos, en un mismo espíritu.
19 Así pues, ustedes ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos del pueblo de los santos; ustedes son la casa de Dios. 20 Ustedes son la casa, cuyas bases son los apóstoles y los profetas, y cuya piedra angular es Cristo Jesús. 21 En él toda la construcción se ajusta y se alza para ser un templo santo en el Señor. 22 En él, ustedes también están incorporados al edificio para que Dios habite en ustedes por su Espíritu.

3

La herencia de Dios es para todos los hombres

3 1 Por eso yo, Pablo, llegué a ser el preso de Cristo, por ustedes, los no judíos.
2 A lo mejor han sabido de las gracias que Dios me concedió para bien de ustedes. 3 Me dio por revelación el conocimiento de su proyecto misterioso, tal como yo acabo de exponérselo en pocas palabras. 4 Al leerlo, ustedes podrán darse cuenta del conocimiento que tengo del Misterio de Cristo.
5 Este Misterio no fue dado a conocer a los hombres de tiempos pasados, sino solamente ahora, mediante revelaciones concedidas a los santos apóstoles y profetas. 6 El Evangelio hace que los pueblos no judíos entren a compartir en Cristo Jesús la misma herencia, pertenecer al mismo cuerpo y recibir las mismas promesas de Dios. 7 Y a mí me toca ser el encargado de esta Buena Nueva por gracia y don de Dios que quiso actuar en mí con todo su poder.
8 A mí, el menor de todos los creyentes, se me concedió esta gracia de anunciar a los pueblos paganos, la incalculable riqueza de Cristo, 9 y de esclarecer para todos en qué forma se va realizando el proyecto secreto escondido desde el principio en Dios, Creador de todas las cosas. 10 Hasta las Fuerzas y los Poderes celestiales descubren, por medio de la Iglesia, la sabiduría de Dios con sus innumerables recursos, 11 mientras se va realizando en Cristo Jesús nuestro Señor. 12 En él nos atrevemos a acercarnos a Dios, con esa confianza que nos da la fe en Cristo.
13 Por eso, yo les ruego que no se desanimen al ver las pruebas que soporto por ustedes. Más bien han de sentirse orgullosos de ellas.
14 Y ahora doblo las rodillas en presencia del Padre, 15 de quien toma su nombre toda familia en los cielos y en la tierra.


16 Que él se digne, según la riqueza de su Gloria, fortalecer en ustedes por su Espíritu, el hombre interior.
17 Que Cristo habite en sus corazones por la fe.
Que estén enraizados y cimentados en el amor.
18 Que sean capaces de comprender con todos los creyentes, la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, 19 en una palabra, que conozcan este más allá del conocimiento que es el amor de Cristo.
Y, en fin , que queden colmados hasta recibir toda la plenitud de Dios.
20 A Dios, que demuestra su poder en nosotros y puede realizar mucho más de lo que pedimos o imaginamos, 21 a él la gloria, en la Iglesia y en Cristo Jesús, por todas la generaciones y todos los tiempos. Amén